Josep Bassas, o como todos lo hemos conocido, Pep Bassas, es ya en nuestros días, más que el protagonista de uno de los episodios de Producto Nacional, una pura leyenda patria. Su gran inquietud profesional le formó para llegar a ser uno de los pilotos que elevaron el listón nacional a lo más alto, siempre presente en el recuerdo de los rallyes ligado a su soberbio BMW M3 E30. Pep Bassas fue un icono de las carreras, uno de los pilotos más laureados de España y sus lindes hasta que una enfermedad se lo llevó en el aún vecino 2008. Hoy, el mejor homenaje que un servidor podría dedicarle, es un dibujo de su dilatada trayectoria sobre el capítulo número 2 de Producto Nacional. ¡Grande Bassas!
Dándose con frecuencia en este tipo de casos, el piloto natural de Seva se iniciaba en las carreras durante sus primeras andaduras laborales en un Karting. Dio el siguiente paso cuando pasó a formar parte de la plantilla de un concesionario oficial de Renault, el cual le sirvió como trampolín para entablar relaciones más serias con gente inmersa en el sector.
No solo le caracterizó una gran profesionalidad y talento. Bassas fue un excelente empresario dedicado al sector, reconocido por sus aportaciones al mundo de la competición.
1978 fue el año de su debut, y aunque sus primeros logros importantes no aparecieron hasta mediados de los 80, sobre el nerviosismo que se respiraba en el preámbulo de aquella década aún gobernada por Adolfo Suarez, el piloto catalán se hizo con un Renault 5 Copa que negoció con el expiloto y compañero de trabajo Antoni Cruells. El vínculo con aquel ‘humilde’ Renault supuso un punto de inflexión en la carrera del entoces novicio piloto, que sirvió para polarizar la atención de la Red Renault de Cataluña. Fugazmente su superioridad empezó a castigar al resto. Eran tiempos en los que su mujer Pili Mas había empezado a ejercer como su copiloto, dando resultados muy concluyentes. Subcampeones de 1983 y campeones de Cataluña de 1984 con aquel mero R-5.
Éxitos sucesivos llegaron de la mano de uno de los productos galos más ambicionados entre el joven público de la época. Un Renault 11 Turbo con el que dominó los Grupo N en 1985. Bassas había coronado en el panorama nacional y aún con esas, en la temporada 86 no se fraguaron los trámites necesarios para que una de las unidades oficiales de la marca del rombo terminase en sus manos. Lejos de barajar la pausa, sus talentos se extrapolaron a maquinarias italianas, cuando desde Italia le llegaba un Alfa Romeo GTV de cántico celestial, pero que dicho sea de paso, no tuvo demasiada fortuna.
Ya que el producto italiano tuvo un paso muy efímero por sus prodigiosas manos, las inquietudes del piloto le condujeron tan solo un año después a contactar con BMW España. La embajada bávara, conocedora del talento que llamaba a su puerta, cedió una unidad 325i E30 de seis cilindros al piloto de Seva. Tres rallyes después, Bassas ya estaba a la espera de un flamante M3, el coche alemán por excelencia que estaba sembrando el terror en la DTM. Con sus dotes había hechizado a toda la BMW.
Éxitos venideros de otros pilotos estuvieron ligados en cierto modo a Pep Bassas. La conquista del Campeonato de España de Rallyes por parte de José Mari Ponce en 1991, se consagró a bordo del M3 que alquiló a Bassas.
Una vez hechas las presentaciones, Bassas y el M3 entraron desde el principio en perfecta armonía. Y no solo eso. Con su pilotaje fue capaz de estimular a un impaciente público en cada cuneta, en cada páramo allá donde cupiese un espectador, su BMW cruzado era capaz de levantar a las masas cual sólo de Eric Clapton. Bassas y el M3 eran lo que la leña al fuego. Lo que el viento al molino. Su coupé teutón era un producto directamente derivado de la unidad con la que Eric van de Poele recientemente había conquistado la DTM. Bélgica, Francia, Holanda y España, eran los escenarios donde la versión de rallye del M3 había logrado proclamarse como vencedor absoluto. Agunos con más y otros con menos espectáculo, dicho sea.
Para la temporada 87 ya era un piloto oficial que corría para el equipo del importador español de la marca bávara, y en 1989 alcanzó el ansiado título que lo coronaba como campeón de España. Un año después llegó el subcampeonato. Era una época en la que la unión Bassas-BMW estaba en pleno auge. El único inconveniente es que los alemanes habían decidido que el abandono de los rallyes para centrar todas sus energías y presupuestos en las carreras de turismos, era el negocio más lucrativo. Por entonces, ya se habían empezado a estrechar lazos con Baporo Motorsport, y con BMW fuera de los rallyes, Bassas dedía unirse al equipo para comenzar —quizás en principio a regañadientes— sus andanzas en los circuitos. El objetivo: la temporada 1991.
La famosa unidad Blaupunk iba equipada con la versión del motor Tour de Corse de 300 cv.
Bassas, receloso de abandonar los rallyes, llegó incluso a iniciar algunas negociaciones con Lancia para continuar sus andanzas en su amada disciplina. La confianza que BMW depositó en él terminó por extrapolar su talento a los circuitos cerrados. No era un piloto de circuito, pero BMW le quería a él y no a otro. Y con razón. El inicio de 1991 no pudo ser más satisfactorio, con un segundo puesto en el CET y un tercero en 1992.
Curiosamente, la unidad ex José Mari Ponce perteneciente a Bassas, se encontraba a la venta en Bélgica hace tan solo un año. Esta mantenía sus especificaciones originales y la decoración propia de Camel, siendo catalogada como unidad clásica.
Los circuitos cerrados no le dejaron indiferente. Si bien declaraba en TodoRallyes que echaba en falta a alguien a su derecha, afirmó que los circuitos le enseñaron a mejorar su capacidad de trazada y a lidiar con el contacto más directo del rival, los adelantamientos y las presiones de los demás coches, situados a escasos centímetros de su M3.
Quiero pensar en que hay un lugar, un paraíso o un tradicional cielo, donde Bassas se encuentre junto a su mujer Pili Mas, intentando poner a punto alguna de aquellas majestuosas máquinas de alto rendimiento. Donde con pasión y dedicación siga derramando su buen hacer sobre una carretera, tratando de recortar ese segundo en el tramo más arduo. Si hay un cielo de seguro que Pep Bassas está en él, y aún es más seguro que estará rodeado de los grandes coches que ocuparon su época. Excelentísimo piloto y persona querida por todos. Un saludo allá donde estés Pep, y gracias.
Fuentes: Revista Autopista Nº1670. julio 1991, revistascratch, baporo-motorsport, autohebdosport,