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Lada Samara. El último coletazo de la industria automotriz soviética.

written by Héctor Jáñez 15 octubre, 2017
Lada Samara. El último coletazo de la industria automotriz soviética.

Por Héctor Shavershian.

Nos trasladamos a la época del socialismo autoritario, más en concreto hasta la gélida Rusia Soviética. Estación dominada por un sistema político, que provocó una importante dilación en la industria automotriz con respecto a los niveles occidentales. A pesar de contar con talentosos ingenieros y con una sólida infraestructura doméstica, hablamos de un periodo donde el ahínco por la inversión en el desarrollo de la industria, brillaba por su ausencia. No sería hasta la mitad de los años 80, cuando un lívido intento por vivificar el parque automovilístico nacional, dio lugar a algunos modelos soviéticos con aire occidental.

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La empresa rusa perteneciente a Avto VAZ, siempre se caracterizó por la producción de coches baratos, robustos y fiables; los “místicos” Lada. Fabricados en su gran mayoría bajo licencia Fiat, por otro lado, los Lada no eran precisamente prodigios de las prestaciones. Como abanderado de la limitada evolución de la era soviética, el Lada Samara, maquillaba la clásica tecnología de los Fiat 124 y 125 de finales de los 60, a través de una carrocería que se ajustaba en la medida de lo posible, a las nuevas tendencias de los revulsivos años 80.


El Lada Samara era el más claro arquetipo de amor/odio. Un modelo que repudias o que te encanta. Yo, por supuesto, soy de los segundos.


Curiosamente, el primer satélite artificial de la historia fue diseñado, producido y bautizado como Sputnik por la propia Unión Soviética. Un nombre bajo el cual, en 1984, se comercializaron los primeros Lada Samara en las lindes del estado socialista. El motivo no era otro que vanagloriarse de los logros espaciales conseguidos a principios de los 60. Serían las unidades de exportación con destino a occidente, las que recibirían un enfoque diferente al adoptar la denominación Samara. Por fin un nuevo producto de Lada hacía aparición bajo el aval de unas líneas frescas, la robustez de los inmortales Niva y unas performances mucho más nutridas que cualquier otro vehículo eslavo visto hasta la fecha.

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– El Lada Samara en tres puntos clave:

– Primero: Cierto es que, el Lada Samara era un poema elemental. Pero también lo es que, este, es un atributo en el que no se debe descuidar nuestra regresión hacia los años 80, donde todo vehículo generalista — sin excepción alguna — iba precedido por aquel tradicionalísmo y búsqueda de la parquedad. Ni más, ni menos, que un Ford Escort o un Opel Kadett E de la época.

– Segundo: Era muy polivalente. Su condición de compacto no le direccionaba a los estándares de la época, y además de presumir de un importante espacio para pasajeros y su equipaje, se ofrecía en carrocería de tres, cuatro y cinco puertas. Todo un liftback dispuesto a complacer a las rigurosas exigencias familiares de los 80.

– Tercero: Su fiabilidad mecánica llegaba con el aval de una tecnología Fiat, que había rotulado el mercado automovilístico de los años 60. La posibilidad de adquirir un coche espacioso, muy económico, de cierto atractivo y con una mecánica más que testada, no aparecía en todas las casas. Por desgracia, del resto de componentes y sistemas que conformaban su bastidor, no se podía decir lo mismo.

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– No es oro todo lo que reluce.

La expedición del Lada Samara por el mercado occidental le llevó incluso a un aterrizaje por tierras británicas, donde permaneció en catálogo hasta 1997 nada menos. La cuestión es, que a pesar de la obstinación soviética por apurar su permanencia en los mercados de occidente, las grandes expectativas de ventas del Lada Samara nunca llegaron a materializarse.


Sorprendentemente, la marca rusa llegó a asociarse con ingenieros de Porsche, para así verificar sus mecánicas y darles cierto impulso tecnológico.


La insospechada alianza con los ingenieros de Porsche nunca llegó a reflejarse en las prestaciones finales del Lada Samara, lo que supuso el último coletazo por sobrevivir a un mercado que ya lo había sentenciado. Su composición, traducida en materiales no demasiado sugestivos para el comprador, y al parecer, una calidad de ensamblaje que seguía la misma senda, fueron detonantes en el fracaso del singular vehículo soviético.

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Irremediablemente, el Lada Samara no solo fracasó comercialmente, si no que quedó confinado en el restringido colectivo de vehículos erráticos. Su extraordinaria mecánica cojeaba con un bastidor repleto de dilemas.. Dilemas que se acentuaron aún más con la incorporación del encendido electrónico durante su última etapa comercial. A pesar de todas ellas, sus peculiares idiosincrasias, consiguió ser en su escenario el líder de su categoría, quedando por encima de los Skoda Favorit, los Proton Aeroback y los Yugo Sana. Fue problemático, sí, pero en una época en la que el ciudadano medio aún no gozaba de grandes recursos financieros, su apuesta por principios más elementales, fue si no, uno de los propósitos más ecuánimes de aquel periodo.

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