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Mercedes-Benz MB 100 AMG. ¡Explosión de extravagancia!

written by Héctor Jáñez 11 octubre, 2017
Mercedes-Benz MB 100 AMG. ¡Explosión de extravagancia!

Por Héctor Shavershian.

AMG, siempre caracterizada por extremar a berlinas aburguesadas y refinados coupés gobernados por una estrella en su capó, no siempre se ha ceñido a patrones de élite. Al igual que hemos analizado ideas un poco más impetuosas por parte de los de Affalterbach, como es el caso del C30 CDI AMG, alguna que otra intrepidez también ha decorado el currículum de la división alemana.

¿Recordáis la Mercedes MB 100? Sí, aquel vehículo comercial de comienzos de los 80 que rompía con el clasicismo de las proverbiales Ebro F-260 o las Avia 1000 y que como máximo estandarte de las furgonetas ligeras, hoy es conocida por ser madre de la curtida Vito. Pues aunque no lo creas, AMG se atrevió a desafiar las leyes de la automoción preparando una de estas preciosas furgonetas ¡Y qué furgoneta!

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No está demás hacer un breve repaso a los orígenes de este portento del transporte, ya que en los años 80, en Mercedes no sólo habían pensado en un vehículo comercial robusto y duradero, si no que también ofrecían el MB 100 con 9 plazas practicables para satisfacer a las familias que demandaran vehículos de cierta envergadura. Fueron diez años nada menos lo permaneció el modelo en producción. Entre 1981 y 1995, el MB 100 fue producido por Mercedes-Benz España, en la factoría vitoriana de vehículos industriales. La misma que actualmente logra una producción de 100.000 unidades anuales de las presentes Vito y Clase V.

Con un capital de 5 millones de las antiguas pesetas, en 1950 nacía dicha factoría como “Industrias del Motor, S.A.” — IMOSA — En aquel entonces, todos los derechos y propiedades pertenecían a la fusión corporativa Auto-Union AG, la cual ya fabricaba bajo las asiduas licencias, una furgoneta ligera denominada DKV F1000. Aquella furgoneta de reparto, impulsada por económicos motores diésel de tracción delantera, pasó a lucir una estrella en su frontal para rebautizarse como Mercedes N1000-N1300.

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Apunto de entrar los años 60, Daimler decide aventurarse en la compra de Auto-Union para hacerse con todos sus derechos por un reducido espacio de tiempo. En 1964, tan sólo seis años después de cerrar aquella transacción, Daimler-Benz decide vender la compañía a Volkswagen, con una clausula que le permitía conservar la factoría vitoriana, y mantener la producción de su particular DKW con estrella hasta el momento en que se materializó la MB 100 en oficinas alemanas.


En los años 80 AMG aún no pertenecía a la casa de Daimler, de manera que todos sus proyectos e intervenciones se realizaban al margen de la compañía de la estrella.


Completamente actualizada con respecto a la N1300, la MB 100 era una furgoneta ligera con tecnología de ultima generación, destinada principalmente al público del sur de Europa. Y así fue hasta que en 1987, Mercedes decide ampliar su gama de vehículos industriales, no a costa de un nuevo modelo más reducido, si no de una actualización de la MB 100 que le abriría las puertas a todo el mercado del norte de Europa. Mantenía el motor longitudinal y la tracción delantera, y para la ocasión, los alemanes dotaron al conjunto con un chasis de travesaños.

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En los maravillosos años 80, la firma AMG aún era una división autogobernada que, aún no se había complementado con la gente de Daimler más allá de las imponentes preparaciones. Fue por entonces cuando AMG presentó a “The Hammer” — El Martillo– Se trataba de un Mercedes 300 E de 5,6 litros y 360 cv que rompía con toda expectativa en el Salón de Frankfurt de 1986. Casi como una utopía, en el stand de AMG, aparecía una segunda figura negra junto al aclamado Martillo. Era una MB 100 cuyo ADN había sido manipulado mediante una importante dosis de AMG. Increíble pero cierto.

Aletas ensanchadas, spoiler delantero y trasero, faldones laterales y una nueva calandra bifaro, rompían con todos los estándares del momento. El setup del bastidor de aquella furgoneta ligera, contaba con elementos dignos de un turismo de élite. Su suspensión fue rebajada y unas llantas cortesía de la casa envueltas en unos neumáticos de 255/60-15, habían convertido a la MB 100 en una soberbia bestia irreconocible.

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AMG dejo patas arriba el Salón de Frankfurt de 1986, no sólo con la presentación del bestial The Hammer, si no también con la de su peculiar escudero: Una BM 100 dopada.


Para el interior tampoco se le hizo de menos. El techo forrado en Alcantara, los nuevos asientos individuales revestidos con el mejor cuero, su radio teléfono y un equipo de sonido de primera línea, eran algunas de las muestras de generosidad de AMG. Y es que cuando los de Affalterbach trabajan con un paciente, no hay discriminación alguna.

A pesar de que AMG es una firma experta en maniobrar con mecánicas y llevarlas hasta límites insospechados, para la ocasión, la MB 100 AMG tuvo que conformarse con el bloque de gasóleo que impulsaba a los Mercedes 240D código W123. Se trataba de un humilde 4 cilindros de 2,4 litros y 72 cv de potencia, que en su versión sobrealimentada llegaba a los 100 cv. Quizás estas no fuesen cifras dignas para un producto manejado por AMG, pero teniendo en cuenta la constitución del protagonista, y los medios tecnológicos de la época, era inevitable que imperase la lógica.

BRABUS, otro de los titánicos aliados de Mercedes, también vio factible invertir un mínimo esfuerzo en maquillar un vehículo que, ya de por sí se había coronado en su sector, aunque lamentablemente en esta ocasión el proyecto no pasó de planteamiento. En cualquier caso, debemos dar las gracias a ambas compañías por excentricidades como estas, que, muy probablemente jamás volvamos a disfrutar en el sector.

 

 

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