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Pegaso Bacalao. Un exótico servicio a la élite.

written by Héctor Jáñez 13 octubre, 2017
Pegaso Bacalao. Un exótico servicio a la élite.

Por Héctor Shavershian.

En 1952, hizo aparición un estrafalario prototipo que circuló por las carreteras españolas sin una denominación comercial oficial. Así era este desconocido furgón diseñado por Pegaso, y bautizado como Bacalao por los propios trabajadores de la planta la Sagrera, en Barcelona. Un modelo reducido a la unidad, que sirvió durante década y media como exótico transporte y vehículo de asistencia a las altas esferas tecnológicas de la compañía del caballo alado.

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El internacionalmente conocido como “Codfish”, dividía las opiniones del público en lo que a su etiquetado se refiere. Fue catalogado a partes iguales, tanto como camión, como furgón. El imponente Bacalao fue carrozado en Zaragoza por Carde y Escoriaza, y se erigía sobre un bastidor de un autobús Z-401. Eso no impidió que su cabina, formada por un sólo volumen con la sección de carga, facilitara en la mayoría de los casos su etiquetado como furgón. Sus 11 metros de largo, 3,50 de alto y 2,50 de ancho, hacían de este furgón, un portento capaz de transportar a dos de los deportivos Pegaso Z-102, destinados a la competición.


Tenía un tamaño descomunal para la época, y su principal misión era la de servir como taller de asistencia móvil a los deportivos del caballo alado.


Oficialmente sólo hay constancia de la construcción de una unidad, aunque dicen las malas lenguas que llegó a existir un segundo Bacalao. Nunca se dieron pruebas de ello. En las primeras imágenes que existen de este extravagante ejemplar durante su presentación en 1953, se jactaba de un inmaculado color blanco y de un desarropado frontal, aún exento de la gran calandra cromada en forma de cruz. Sin saber el por qué, inicialmente se impulsaba mediante un motor gasolina de 145 cv de potencia, el cual fue sustituido casi de inmediato por un bloque diésel de Pegaso con 6 cilindros y 140 cv. Su placa de matrícula provisional rezaba “primer semestre de 1953” seguido de la identificación: B-104527.

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El puesto del conductor se centralizaba en su cabina, justo encima del motor. Esta situación, junto con la gran superficie acristalada, prácticamente de 180 grados, parecía emular la cabina de toda un aeronave comercial de la era dorada de la aviación. Sin mayores concesiones, su parte trasera nos desvela un lavabo y un portaobjetos destinado a alojar el material de los mecánicos.


No se sabe el motivo, pero hasta 1957 Pegaso no matriculó de forma oficial al Bacalao. Hasta entonces, el vehículo circuló con matrículas provisionales que variaban según los eventos o las resoluciones internas de la propia ENASA.


Transcurrido un tiempo tras su presentación, el furgón abandona su inmaculado blanco para lucir una colorida carrocería, con la que se paseaba por las calles de la Ciudad Condal. Lucía un patrón de colores que mantenía el techo blanco, un azul celeste que abarcaba la parte central del conjunto y un segundo tono azulado más oscuro que cubría sus bajos. Las letras del emblema de Pegaso recorrían los laterales del Bacalao y es aquí donde empiezan a aparecer las primeras fotos en las que el modelo ejerce como vehículo de asistencia móvil en competición.

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En 1953, ya con su nueva indumentaria, el Pegaso Bacalao, junto con una escolta de tres “Mofletes”, son elegidos para transportar y asistir a dos unidades barqueta Z-102 que participaron en los entrenamientos libres de las 24 Horas de Le Mans. Se supo a ciencia cierta que los dos deportivos de Pegaso viajaron en el Bacalao, pero la misión de los tres Pegaso Mofletes que escoltaron al furgón hasta Francia, fue un misterio.

Evidentemente, aquella era una época donde la tecnología estaba en pañales, y para poder disfrutar de la siguiente imagen de este portento, tenemos que viajar hasta 1955, donde el modelo aparece en la capital madrileña, luciendo un toldo que rezaba “Pegaso Madrid”. Para la ocasión, presenta una placa de matrícula cuya numeración es justo anterior a la del vehículo experimental Pegaso Cangrejo. Un Z-102 con placa B-102536.

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– Un extenso currículum.

Ya que hasta 1957 el Pegaso Bacalao no se matriculó de manera oficial, se cree que sus andanzas hasta entonces habían sido como vehículo experimental. En cualquier caso, los servicios del furgón se explotaron al máximo y sirvió fielmente en numerosos eventos, tanto dentro como fuera del estado español.

Nos trasladamos a Junio de 1955, mes en el que acontecía la vuelta ciclista a España — ya que no siempre se celebró en el mes de Septiembre — La leyenda del transporte se dejaba ver en Bilbao, donde volvió a ser inmortalizada en algunas fotografías. Allí, lucía una decoración que publicitaba a varios restaurantes de la zona y su función se redujo básicamente al aprovisionamiento, y quizás, a la promoción de la marca. Esta aparición del excéntrico modelo fue incluso motivo de reflejo en la prensa.


Su aparición en la vuelta ciclista a España no fue casual, ya que el Bacalao dividió sus servicios y pudo servir como taller para gestionar las mecánicas de los camiones destinados a la exportación que salían del puerto de Bilbao.


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En 1957 por fin el Bacalao puede presumir de matrícula oficial: B-145045.


Ya entrados los años 60, el Bacalao se había convertido en toda una institución de los eventos deportivos de España y parte del extranjero. Todo el mundo conocía al famoso furgón, y para los que no habían tenido el honor de disfrutarlo en persona o en las escasas imágenes que circulaban por la España del desarrollismo, era toda una leyenda. En 1964 sufre un nuevo cambio de look, en el que su imágen deja paso a una unica tonalidad azul oscuro. Incorpora un nuevo juego de retrovisores y una segunda pareja de focos delanteros enclaustrados en su frontal. En aquella época, su custodia pasó a ser de los Amigos de los Coches Veteranos.

Durante ese mismo año, el furgón participa en el III Gran Premio Internacional Vía Romana. Un evento celebrado en Barcelona, en el que vehículos clásicos se exhibirían en una ruta por la costa dorada. Como si de una gira internacional se tratase, el Bacalao tenía la agenda a tope. Sólo meses después del evento en Barcelona, el furgón se traslada hasta Turin, Italia, para participar en el Rally Vechio Piamonte. Un evento que constaba en la participación de coches clásicos, donde el Bacalao volvía a hacer lo que mejor sabía: ejercer de taller móvil para los participantes. El equipo de mecánicos asociados al Bacalao recibieron un trofeo de plata por su actuación.

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Habían pasado 15 largos años de duras rutas y servicios desde su presentación, y en 1968, el Bacalao seguía en activo, sirviendo esta vez como vehículo asistencial a la Escudería Nacional CS — Calvo Sotelo — El equipo estaba formado por Jorge de Bragation y Álex Soler-Roig junto a los Lola T-100.

Llegaban los años 70, el Bacalao ya había dado todo lo que tenía que dar, su carrocería comenzaba a mostrar cierto deterioro y probablemente, su mecánica más de un achaque. No se sabe a ciencia cierta la cifra de kilómetros en la que se paró su odómetro, pero es probable que superase el millón. El vehículo permaneció aparcado un tiempo en las inmediaciones de la vieja fábrica de la Sagrera, en Barcelona, hasta que finalmente terminó su carrera en el desguace. Una lástima que un fiel y exclusivo compañero como él, no recibiese los honores que merecía tras una larga vida de fiel servicio. 

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