Como vaticinando su propio futuro, el Renault 5 que encabeza este artículo parecía dar un salto en el tiempo que superaba toda la década de los 80. En realidad, escasas pero concluyentes eran las pinceladas que distinguían esta obra de los naturales R-5 Turbo, y bastante precarios los rasgos minimalistas ejecutados tan ponderadamente. Todo aquello permitió idealizar perfectamente el carácter futurista del que hace gala la maravilla que ahora se recrea en vuestras pantallas. La créme de la créme. Y por si alguien ponía en duda sus orígenes, el bloque que alojaba en posición central trasera, desenmascaraba al completo la inequívoca descendencia de este misterioso prototipo.
De inequívoca belleza, es muy probable que si el modelo aquí presente hubiera alcanzado los límites del mercado, hoy en día supondría una codiciada pieza de valor incalculable para muchos garajes. En la actualidad, constituye una de las unidades más singulares de la colección de Teo Martín, que muy generosamente se ha encargado de exhibir en varios eventos. Porque este Renault 5 Turbo PPG de 1982 es uno de los más exóticos jamás fabricados, y a su vez, puede que de los más históricos.
No solo los pilotos y sus vehículos son los protagonistas; los ‘prima donna’ de las carreras, así como los encargados de escribir la historia. A lo lago de la ya extensa historia de la competición, los Safety Car o Pace Car, han sido una pieza clave en los circuitos, principalmente en los momentos más tensos de la competición. Aquellos no eran coches cualquiera, decorados y dotados de sirenas de emergencia. Aquellos eran coches muy especiales que debían pasar un durísimo casting, antes de encabezar y ordenar una parrilla de bestias indómitas, ansiosas por castigar sus neumáticos a la señal. Con este prólogo, cuando en la Indy Car de 1982 apareció un Renault 5 Turbo, el mundo enmudeció.
Siguiendo la estela de fama del DeLorean, este Renault 5 Turbo profesaba tendencia con unas puertas de alas de gaviota.
Muy lejos de casa.
Siendo el pináculo de la competición en Norteamérica, —con permiso de la NASCAR— la Indy Car era quizás la escena más insólita para cobijar a un coche como el Renault 5. Más aún si este representaba una figura de importancia como lo eran los Pace Car, ejerciendo desde el otro lado del Atlántico nada menos. Los orígenes de esta maravilla llegarían con una participación mayoritaria de Renault en la firma AMC. Este peculiar consorcio, cuyo detonante fue la segunda crisis del petróleo, se remontaba a principios de los años 80, cuando la American Motors Corporation procuraba una asociación con los franceses, que le permitiera financiar ciertos sistemas de fabricación y así iniciarse en el segmento de los vehículos compactos y económicos.
Como bien es sabido que, desde tiempos inmemorables las carreras han sido el principal y más apresurado itinerario hacia las cimas del mercado, el entonces vicepresidente de diseño de AMC, Richard A. (Dick) Teague, se inclinó en favor del simpático Le Car¹, para trazar así el nuevo boceto que diese vida al Pace Car que la PPG había encargado a su compañía.
¹Denominación que recibió el Renault 5 en el mercado Estadounidense, en plena adecuación del ideal de automóvil pequeño, tras las secuelas que dejó la crisis del petróleo.
Mientras respetase la naturaleza propia del Renault 5 Turbo II en el que se inspiraba, el señor Dick Teague contaba con un sin fin de posibilidades para dar rienda suelta a la imaginación de sus trazos. De aquel modo, más bajo, más ancho y con un efecto más aterciopelado a la vista, se postulaba el nuevo prototipo franco-estadounidense. No reparó el diseñador a la hora de permitirse un conjunto de concesiones que, por aquel entonces, llevarían al joven ‘5’ a lucir excentricidades como unas puertas de alas de gaviota, tomando en el proceso, algunos ingredientes del propio DeLorean.
Ardua tarea de ingeniería se congregada en torno al conjunto. La unificación de toda la carrocería, ahora exenta de toda sección, su techo en forma de cuña, así como la nueva ubicación de sus tomas de aire frontales; todo era fruto de un importante estudio tecnológico.
Como no podía ser de otro modo, la guinda del conjunto la ponían los colores de guerra de la propia Renault, unas llantas BBS directamente emparentadas con las que había utilizado el modelo en sus previas incursiones por la IMSA GTU, y como no, el Cléon-Fonte de cuatro cilindros Turbo y 1.3 litros, alojado en posición central trasera. Así mismo, alardeaba de un equipo de suspensiones que derivaba directamente del Renault 5 IMSA oficial que había participado en la temporada 1981.
A pesar de que PPG Industries no era una empresa directamente emparentada con la automoción, tuvo una gran actividad tanto a nivel de propuesta como de financiación, más cuando las actividades eran centralizadas en la Indy Car. Aunque en su currículum figuran algunas rarezas como un controvertido Ferrari que tomaba como base el Mondial, es sin duda este Renault 5 una de las piezas más logradas entre las actividades de la compañía. Hace ya algún tiempo que este icono se puso a la venta para terminar desembarcando en nuestro país, donde fue amablemente acogido Teo Martín: conocido personaje de nuestro panorama automovilístico nacional y encargado de salvaguardar esta joya en su garaje de ensueño.