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ESPECIAL NASCAR. Parte 1.

written by Héctor Jáñez 19 julio, 2017
ESPECIAL NASCAR. Parte 1.

 

En los años 20, la NASCAR aún era una lejana e imposible aspiración que irónicamente, se materializaría gracias a las opresoras leyes del Tío Sam. En 1919 la ratificación de la Ley Seca en los Estados Unidos daba lugar a un vasco colectivo de conductores clandestinos destinados al tráfico de alcohol ilegal. Estos conductores, denominados viajantes, necesitaban vehículos con dos cualidades indiscutibles: velocidad y capacidad de carga. El correr más que la policía significaba ganar dinero, y con la Gran Depresión a la vuelta de la esquina, el riesgo era un precio muy asequible a cambio de un buen sustento.

 


Si te veían bajar de las montañas con un Ford del 39, todo el mundo sabía a lo que te dedicabas.


 

El transporte de alcohol ilegal se convirtió en todo un arte para pilotos y mecánicos. De hecho, en aquella época, ser un conductor clandestino era una profesión muy reconocida en las zonas rurales del sur de los Estados Unidos. Los maleteros iban hasta los topes de licores, y ninguno de ellos era legal, por lo que la situación puso de manifiesto el trucaje de los vehículos de calle. Las ideas caseras de los conductores y mecánicos transformaban los “coches del alcohol” en máquinas de alto rendimiento: endurecían los muelles para soportar más carga, perforaban los motores y fortalecían los rodamientos para circular por los sinuosos senderos de las montañas que ornamentaban el sur profundo.

Escapar de los federales a través de senderos polvorientos no era tarea fácil, y mucho menos si tu coche llevaba una carga extra de 400 litros. Era una época en la que los alambiques se extendían por todos los rincones de las zonas boscosas, de manera que el trabajo como conductor clandestino sufría una demanda terrible y además, suponía un negocio muy rentable. Llegaban a ganar 200 dólares por noche durante siete días a la semana. Recordar, ahora estamos en los años 30.

 

 


Los viajantes escondían cubos de agua en los albores de las colinas para limpiar las ruedas de sus coches. Un coche limpio y sin rastros de barro no levantaba la sospecha de haber estado transportando alcohol por las montañas.


 

A finales de los años 40, los mecánicos y algunos pilotos que ya empezaban a labrarse un nombre, comenzaban a exprimirle todo el jugo a los coches más reconocidos de la época. En ellos, conseguían despistar a la policía a pesar de llevar una carga de hasta media tonelada de alcohol. Todo sea dicho, contaban con el aliciente de que las mecánicas eran mecánicas de verdad: robustas, sencillas y manejables. En pocos días los viajantes podían evolucionar sus V8 para conseguir potencias adicionales de hasta 40 y 50 caballos. Añadían uno o dos carburadores extras y para suministrar el combustible adicional, acoplaban un deposito suplementario. Se extirpaba el segmento inferior de los pistones y se perforaba el bloque, consiguiendo un motor cuadrado con un potencial extra más que interesante. Incluso llegaron a reforzar los apoyos del cigüeñal para soportar las inercias y roces que suponían aquellas modificaciones.

 

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Junior Johnson fue un reconocido transportista de alcohol que saltó a la fama por su habilidad como piloto tanto dentro como fuera de los circuitos.

 

Con el tiempo los pilotos comenzaban a rivalizar cuando estaban fuera de servicio. Presumían de sus coches y de las modificaciones que les procuraban llegar sanos y salvos a su destino. Los fabricantes de alcohol empezaron a apostar por sus conductores y las noches de concentraciones de carreras en los prados sureños comenzaron a formar parte del negocio. Conseguían atraer a multitudes a los campos. Se acondicionaban los prados, los coches competían y corría el alcohol desatando algunas peleas. A finales de los años 30 las carreras pasaron de clandestinas a profesionales. Los pilotos trabajaban como distribuidores de alcohol y los fines de semana competían en las carreras. Ya en los años cuarenta, se dio la primera carrera de coches de serie de Georgia en un viejo hipódromo, este fue el origen de los circuitos en forma de ovalo de la NASCAR. Los pilotos y mecánicos que habían comenzado en las andanzas de las preparaciones de coches con el fin de transportar alcohol durante la Ley Seca, comenzaban a desarrollar su habilidades, reconvirtiendo los hipódromos abandonados en circuitos ovalados de tierra. El trazado ya estaba creado y tan solo necesitaba un acondicionamiento básico.

En 1947, sobre un cálido 14 de diciembre derramado sobre Daytona Beach, Florida, en la última planta del Hotel Streamline se lleva a cabo una junta en la que Bill France Sr y varios pilotos crean la National Association for Stock Car Auto Racing (Asociación Nacional de Carreras de Automóviles de Serie). Justo un año después, en febrero de 1948, se disputaba la primera carrera oficial de NASCAR en el circuito playero de Daytona Beach, Florida. La victoria sería para Red Byron en un Ford Coupé del 39.

 

Continuará..

 

 

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