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1986 Ford Sierra XR8.

written by Héctor Jáñez 8 octubre, 2019
1986 Ford Sierra XR8.

El producto de cierta distinción, la rareza en sí o la excéntrica y a la vez elemental exclusividad, siempre le han otorgado a cualquier tipo de material, sea cual sea,  una seducción que imanta a las masas. Esta contemplación viene dada porque hasta hace algún tiempo creía en la afirmación de que el Ford Sierra, en todas sus vertientes, era más que conocido entre los asiduos devoradores del petróleo. Como buen humano que soy me equivoqué. Tras publicar algunas imágenes en distintas redes sociales y dialogar con algún que otro usuario, me percaté de que las siglas XR8 adyacentes a un apellido tan ilustre como es el de Sierra, no eran precisamente un material demasiado célebre entre los aficionados.

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Una columna de dirección que se aloja en el lado derecho, gran cilindrada y un bloque de ocho cilindros.. Todo esto fugazmente nos puede evocar como mínimo un perceptible sentimiento australiano. Pero nada más lejos. El Ford Sierra XR8 se conjugó nada menos que con vistas a la soberanía Sudafricana en los albores de la golden age de los turismos de competición. La multinacional estadounidense, con permiso de la exclusividad de Cosworth, ya había maniobrado con algunas versiones más jugosas, como el XR6. Un sedan de cinco puertas dotado de exclusivos elementos aerodinámicos y un bloque OHV de seis cilindros en uve. La encarnizada competencia que se había cuajado en el Grupo 1 de la Wesbank Modified Saloons, no daba cabida a un potencial tan modesto como el del Sierra XR6, si bien BMW con su 745i, Mazda con su RX-7, Alfa Romeo con su GTV6 e incluso Audi con su prodigio S4, venían castigando el Kyalami con equivalencias a los mismísimos Grupo 5.


Producción limitada. Únicamente se ensamblaron 250 unidades en aras de plantar cara a cualquier participante que acudiese a los circuitos sudafricanos.


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Por su aspecto exterior, el sedan de cinco puertas no difería de un XR6. Al dar el contacto y girar la llave, el despertar del Ford Windsor V8 de 5.0 litros era atronador y característicamente musculoso. Muy Made in America en definitiva. Llegó a forjar su propia leyenda local, en la que incluso el gentilicio de la zona confirma que se superaba el potencial del más que cuestionado Mustang Fox equivalente de la época. Y es que los 25 cv extras liberados por la ausencia de normativas de emisiones estadounidenses, no eran moco de pavo.


En la época solo el RS500 estaba por encima de este insólito modelo.


Los 218 cv y un generoso par de 217 Nm, justo por encima de las 3000 rpm, eran unos números muy copiosos en los años 80, pero el incremento potencial lleva consigo un aumento de peso que en el caso que nos ocupa, solo ascendió 33 Kg por encima de lo que arrojaba en la báscula un tradicional Colonia con bloque V6. En el orden dinámico la suspensión fue tarada para soportar tanto el robusto ocho cilindros como una más pesada carrocería de cinco puertas. Lo más interesante se daba en la receta de frenada, con una mixtura entre AP Racing, quien transfería los discos ventilados, y el entonces contemporáneo Porsche 944, que dejaba en herencia sus pinzas de cuatro pistones.

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En términos generales, y aunque sea un importante episodio dentro de la vida comercial del Ford Sierra, este no era un vehículo especialmente apto para un ciudadano tradicional. De serie montaba unos irrisorios neumáticos de apenas 195/60 R15, mas si rememoramos que bajo el capó se alojaba un V8 cuyo potencial se transfería íntegramente al tren trasero. No fue un modelo con un nacimiento estudiado, perfeccionado, ni pulido, si no que se erigió a través de varias modificaciones un tanto cuestionables, así como de muchas piezas de herencia. Su parrilla frontal tuvo que ser modificada en aras de facilitar todo el aire posible al Holley de cuatro cuerpos. Hubo que hacer modificaciones en su frontal para poder alojar el radiador, ya que palpablemente el enorme V8 se apoderó de la mayor parte de su morro, el cual nunca fue diseñado para alojar una mecánica de tal envergadura. Con todo llego el subviraje, además de por supuesto, el sobreviraje, las modificaciones en la estabilizadora y la elaboración a medida de los semiejes y el eje de transmisión. Para mas inri, la versión de fábrica fue dotada de la tediosa transmisión Warner T5 del Mustang, lenta e imprecisa.

ford_sierra_xr8.jpegSin concesiones al lujo. Y es que ya sabemos que Ford durante aquellos años no era precisamente un adalid de la calidad y la abundancia en lo que a interiores se refiere. Pero señores, en un modelo de tales cifras, qué menos que alguna que otra fastuosa dotación. Pues nada de eso. El XR8 se ofrecía con un interior justo y espartano, de igual manera que su exterior, el cual sin la distinción sonora del musculoso Windsor, podría pasar por un Sierra de lo más tradicional. Entendiendo el mercado y las motivaciones que dieron paso a este maravilloso “engendro”, todo toma un tinte más transigente. Fue un vehículo construido para competir y para ello, debía ser homologado. Daba igual su conducta en las calles. Solo importaba contar con unos cimientos sólidos que estuviesen a la altura en las pistas sudafricanas.

 

Fuente: fordsierranet.

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