Por Héctor Shavershian.
No es un misterio que algunos de los deportivos más emblemáticos de la historia del automóvil estén representados, o más bien ligados a un color específico. Es el caso de innumerables ediciones específicas como pueden ser el rojo Hellrot de BMW, el azul Polestar de Volvo muy similar al Azul Francia utilizado en competición, o el Rosso Corsa aplicado en vehículos italianos como los Alfa Romeo y como no, en la inmensa mayoría de los Ferrari que conocemos. De hecho, el apellido Testarrosa que se le agenció al famoso deportivo en 1984, no significa otra cosa que ‘cabeza roja’ en español.
¿Por qué tanta perífrasis en torno a los colores?
Bueno, creo que el color es una parte muy importante de nuestros vehículos y que de manera ambigua, normalmente pasa bastante desapercibido en lo que al análisis general de un coche se refiere. Por ello, hoy en Antilag he querido hacer un pequeño homenaje a uno de los colores más representativos del mundo de la competición, y que posteriormente, ha revestido a las mejores piezas de calle en calidad de homenaje.
– British Racing Green.
Este verde tan característico adoptó su fama por comenzar a ser el color oficial que vestía en competición a los automóviles británicos. A comienzos del siglo XX lo que hoy conocemos como la FIA (Federación internacional del automóvil) impuso la normativa para que cada equipo que participara en competición representara su nacionalidad a través del color de sus vehículos. Corría el año 1902, tiempos en los que se celebraba la famosa Copa Gordon Bennett, y fue entonces cuando Gran Bretaña comenzó a competir con el casual de que los colores rojo, blanco y azul que representaban su bandera ya disponían de dueño tras la anterior incorporación en el 1900 de Estados unidos, Alemania y Francia respectivamente.
Una de las principales reglas de esta competición era que el país que se proclamase vencedor sería el posterior anfitrión de la siguiente edición. Cuando Selwyn Edge gano la Copa Gordon Bennett en 1902, irónicamente las carreras de coches estaban prohibidas en Gran Bretaña, por lo que la celebración de la siguiente edición se decidió celebrar en Irlanda. Como muestra de respeto a los irlandeses que gentilmente les acogieron para el susodicho evento, se le decide otorgar a los coches de carreras ingleses el conocido verde trébol tan característico de Irlanda. A raíz de estas circunstancias el British Racing Green fue evolucionando hasta transformarse en las definidas tonalidades que vemos hoy en día. También hay que añadir que el verde en concreto, cuenta hasta con cinco tonos diferentes, todas ellos con su numeración correspondiente.
Numerosas unidades de diferentes fabricantes y procedencias han seleccionado el atractivo verde británico, alemanes, japoneses, americanos. El British Racing Green se ha convertido en un color universal para representar a vehículos exclusivos y carismáticos.
Recuerda que cuando en la descripción de un vehículo distingas las siglas BRG, es una unidad con un ‘algo’ distintivo y muy especial.