¿Quien no conoce al R-5? Incluso los más desinteresados en cuanto a vehículos se refiere, han oído hablar del compacto más célebre de la historia del automóvil. Cuando a finales de los años 60 la idea del automóvil compacto ya era un hecho contrastado, una conveniente adaptación para cinco pasajeros y una cómoda capacidad de carga mediante un portón trasero, supondría un revulsivo en el mercado europeo de la aquella época.
Mediante unas características que ya comenzaban a ser fundamentales en la demanda de vehículos europeos, el R-5 pasaría a ser un referente en un segmento dominado por los 2 CV, los Renault 4 e incluso los Mini del Reino Unido, los cuales fueron los precursores de la tendencia de los coches sencillos y compactos.
El Renault 5 era un producto que seguía manteniendo unas dimensiones muy recogidas, pero que a su vez se mostraba singularmente práctico. Si a eso le sumamos un tratamiento muy rejuvenecedor para un diseño que no dejaba indiferente a nadie, el resultado no fue otro que un cóctel perfecto. Así nació el padre del Renault Clio.
Casi 5,5 millones de unidades Renault 5 fueron fabricadas en Billancourt (Francia), Ciudad Sahagún (México), Valladolid y Palencia (Supercinco) (España).
El lugar que ocuparía el simpático compacto francés en la carta de Renault, lo situaba entre el R-4 y el confortable R-6. Curiosamente, desde las oficinas de París, este proyecto iniciado como A122 tenía la pretensión de comercializarse como Renault 2, y el motivo no era otro que sus dimensiones. Por sorprendente que parezca, el Renault 5 original, lanzado en 1972, ofrecía unas cotas inferiores a las del famoso R-4, de ahí, que su dialéctica denominación permaneciese por debajo de la del célebre Cuatro Latas. Tras un estudio de mercado, en una hábil estrategia comercial, los responsables de marketing de la firma decidieron colocar al nuevo compacto francés un escalafón por encima del exitoso R-4, agenciándole el numero 5 y certificando a los demandantes que el producto representaba un nivel superior a lo que ya se ofertaba en la gama del rombo.
Durante aquellos años, donde la diversidad sociológica cada vez se dividía en mayores disyuntivas, era difícil presentar un proyecto que conformara a toda una población exigente con la utilidad del vehículo para todo el año, que posibilitara cómodos viajes de vacaciones y que fuese apto tanto para el uso urbano, para el día a día o para el concepto más rural. Así nacía el compacto más famoso de todos los tiempos, y con todas estas ideas en la cabeza, Renault quiso concebir un utilitario que englobase el mayor abanico de compradores hasta entonces.
Michel Boué logró concebir el compacto más famoso del mundo a través de bocetos que realizaba en sus ratos libres. Y lo hizo en tan solo dos días.
Michel Boué acababa de aterrizar en la firma francesa, para ponerse bajo las órdenes de Gaston Juchet, uno de los diseñadores más importantes de la historia de la marca que fue nombrado jefe de Renault Styling en 1965. Boué era propenso a seguir trabajando en sus proyectos personales tras haber finalizado su jornada laboral, por lo que tras largas horas admirando las líneas del Renault 4, comenzó a realizar distintos bocetos de lo que hoy distinguimos a leguas como un R-5. Michel Boué no ocultaba sus diseños personales y así fue como distintos compañeros comenzaron a admirar el trabajo que este venía realizando. De boca en boca el atractivo diseño finalmente llegó a oídos de la directiva. El potencial que sugerían los trazos del diseñador, consiguió conquistar a todo el equipo que sin dudar, apoyó de forma directa la luz verde del proyecto. En tan solo dos días, Boué logró terminar de perfilar aquellas líneas que fluían por sus bocetos, para posteriormente plasmarlas a una maqueta a escala modelada.
El diseño de Michel Boué caló tan hondo dentro de las oficinas de Renault, que de inmediato se le designó un nombre al proyecto para llevarlo a su posterior producción. Sus facultades modernas y funcionales, pretendían atraer a una amplia horquilla de clientes, sin excluir a aquellos con un nivel económico superior. De hecho tras su lanzamiento, causo tal revuelo que incluso un mercado como el norteamericano, abarrotado de muscle cars y enormes sedanes V8, decidió dar una oportunidad al carismático compacto.
Durante aquellos años también surgía un singular concepto de R-5 sedan, que a posteriori, pasó a producirse únicamente como producto español por FASA-Renault en Valladolid, bajo el nombre de Renault Siete y Renault 7 a partir de 1979.
Los compactos más famosos del momento, no son más que el relevo generacional de un concepto nacido con el Fiat 127 y el Renault 5.
Las técnicas y mecánicas con las que se alimentó el pequeño compacto procedían directamente de sus mayores, el Renault 4 y Renault 6. En estos dos turismos proliferaban de manera fiable y prestacional, aliciente que economizaba muy convenientemente la producción de Renault. Irónicamente, tras haber sido un proyecto sumamente rápido y prematuro en cuanto a desarrollo y lanzamiento, una poderosa Fiat se encontraba coronándose con un joven 127. Un compacto de visión similar a la del R-5, que se había presentado apenas unos meses antes. Pero el 127 no conseguiría ni tan siquiera obstaculizar un mínimo el despegue del Renault 5, que tras su presentación, hasta su cese de producción en 1985, alcanzaría casi los 5,5 millones de unidades fabricadas en tan solo dos generaciones.
El éxito cosechado por el Renault 5, sin duda refleja el esfuerzo y la dedicación de un equipo ambicioso y visionario, en una época un tanto paradójica; obstaculizada por la dificultad de conseguir un producto energicamente homogéneo, pero a su vez con la disposición de una oportunidad única de ofrecer lo que nadie ofrecía. Por otro lado, el Renault 5 también guarda cierta tristeza tras su curiosa historia. El destino no permitiría al talentoso Michel Boué asistir al nacimiento de su obra maestra, tras sufrir un cáncer que le provocaría la muerte en 1971. Justo un año antes de la presentación del célebre Renault 5.