Por Héctor Shavershian.
Se ha convertido en un habitual de la red los clásicos artículos redactados por radicales con fines difamatorios hacia todo lo que no es de su agrado. El problema de estos artículos y los montones de aserciones que contienen, es que cada una de ellas son falsas y carecen de argumento de peso que refuerce un mínimo su veracidad. Otro de los problemas, es que al difundirse por medios o dominios bastante mediáticos, llega a infinidad de personas que solo por ese hecho le proporcionan veracidad. No hay nada más lejos. ¿O acaso nos creemos todo lo que digan en la tele? En el mundo del automovilísmo a día de hoy se sucede un símil tremendamente degradante y en efecto, también tenemos a nuestras Belenes Esteban del periodismo del motor.
Lo primero que quiero aclarar es que ni soy fan del diésel, ni por supuesto lo antepongo a un buen motor de gasolina. Pero ante todo soy realista y coherente, y en infinidad de ocasiones una buena motorización diésel es mucho más rentable y servicial para nuestros bolsillos. Fuera del fanatísmo y del fariseísmo ecológico al que ahora se agarran muchas personas (a las que en verdad les importa un pimiento la polución) hay que ser objetivo. Empezando porque la principal arma en contra del diésel es la contaminación excesiva de su mecánica, apostaría a que casi ninguno de los que se aferra a ese grandioso argumento es consciente de las principales fuentes de contaminación medioambientales que precisamente no provienen del diésel. Ni siquiera son procedentes de vehículos. Dicho esto también en ocasiones hay que recordar que los vehículos propulsados por mecánicas de ciclo Otto también son extremadamente contaminantes. Si quieres “salvar a las ballenas“, la solución es fácil y está al alcance. Acude a Tesla en vez de a un TSI o un M.
El caso es que tampoco quería centrarme excesivamente en los infundios ni las intransigencias que abundan, más bien quería hacer una especie de balance de lo que supone la adquisición de un vehículo de propulsión diésel y uno de gasolina con características similares. Una vez realizado el análisis bajo la cartera de una familia humilde de clase media, veremos los pros y los contras de cada motorización y así podremos determinar si todas esas afirmaciones que divagan de forma constante por la red, son realmente contingentes.
Frases como “no compres un diésel, a la larga pagarás más” o “el diésel es más caro, no es rentable” abundan, pero sin un posterior argumento que nos esclarezca el porqué.
Lo primero es ser consciente de que las economías familiares pueden variar de un extremo a otro, con lo cual jamás podemos decirle a alguien lo que debe o no debe hacer con su dinero. Aparte de ser de muy mal gusto, es demasiado pretencioso e incluso soberbio. Teniendo en cuenta la media por la que se mueven los sueldos más modestos en España, partamos de una base de una familia de cuatro integrantes en los que el padre gana 1.000 euros mensuales (tirando por lo alto) y la mujer está desempleada con dos hijos estudiantes. Teniendo en cuenta todos los gastos mensuales como pueden ser, gas, luz, agua, comida, teléfono, internet, alquiler/hipoteca, vestuario, material escolar, ocio y un largo etc, por supuesto descartamos la posible adquisición de un vehículo nuevo, por lo que nos vamos al sector de segunda mano. Ahí barajamos coches con motor diésel ya que su consumo es mucho menor, y también buscamos que estén medianamente decentes y a su vez ofrezcan unas prestaciones y funciones razonables. En este caso he elegido el Citroën Xantia con motor 2.0 HDI de 110cv, y que por un módico precio de 1.100 euros o incluso menos, podremos disponer de una buena unidad.
Tras la adquisición de nuestra berlina generalista hay que tener en cuenta que hacemos una media de 150 kilómetros semanales, de los cuales el 98 por ciento son por suelo urbano. La media del gasto semanal de nuestro Xantia con esa cantidad de kilometros urbanos vendría siendo de unos 15 o 20 euros tirando por lo alto.
Posteriormente vamos a adquirir según la mentalidad radical de los anti-diésel. El símil más cercano a nuestro 2.0 litros diésel es el 1.8 litros gasolina con 112cv de potencia. Mientras que el consumo medio de nuestro HDI es de 8,5, el del 1.8 se nos va a 12,2 litros. Haciendo cuentas, el gasto semanal con la versión gasolina haciendo la misma cantidad de kilómetros sería de 45 o 50 euros, que haciendo un calculo mensual nos saldría un incremento de 120 euros con respecto a la versión diésel. Con un ahorro de 120 euros mensuales en una familia con cuatro bocas que alimentar y un único y modesto sueldo, ¿se permiten exigir que compremos gasolina bajo el argumento de la polución? ¿Hay algo más absurdo y fuera de lugar?
Es que los diésel dan más problemas, estás todo el día en el taller..
Aquí tenemos otra muestra de desinformación e incongruencia que por supuesto os habréis hinchado a leer por ahí. Si echamos un vistazo al parking de los Citroën Xantia es raro ver alguno con menos de 250.000 km. Yo personalmente los he llegado a ver con 700.000, incluso con un intenso uso rural y despreocupados completamente de mantenimientos. ¿De donde se han sacado el argumento diésel = taller? Pues de las EGR y los conocidos FAP o filtros anti partículas (que la mayoría incluso lo denominan mal como: Filtro de partículas) Obviamente claro que los diésel se estropean y tienen su puntos flacos, pero ¿es causa del diésel o del usuario y su desidia con la mecánica? ¿Los coches gasolina no entran a taller? ¿Porque entonces los propulsores diésel consiguen duplicar las cifras de sus odómetros respecto a un gasolina? Y por cierto, a partir de verano de 2017 los vehículos impulsados con motores de gasolina también pasarán a incorporar filtros anti partículas, por lo que uno de los argumentos más recurrente del anti-diésel será relegado al banquillo. Realmente analizando todo esto, ¿sigues pensando que el diésel es más caro?
Cuando nos decantamos por la adquisición de un vehículo nuevo, las diferencias ya están más que ajustadas, incluso en coupés premium no suelen superar los 3.000 euros, obteniendo por supuesto el diésel mejores equivalencias finales a favor de su incremento de precio. Y si nos ponemos metódicos y rebuscamos, en bastantes modelos como el nuevo Talisman, las motorizaciones con propulsor de gasolina superan en precio a las diésel, siendo un ejemplo claro con un precio de 37.600 euros para el modelo de gasolina y de 39.500 euros para el gasolina. Mientras que el 1.6 TDI incorpora una cilindrada mayor y más potencia final con un consumo declarado de 5,1 litros en suelo urbano, el 1.2 TSI con 5 cv menos (se que no es demasiado, pero es) nos cuesta 6,5 litros en ciudad. Ahora es cuando se produce la exaltación del “si apenas es más de un litro de diferencia” y es cuando vuelvo a recordar que NO a todo el mundo le sobra el dinero, y que un ahorro aunque sea de 60 o 70 euros al mes para muchas familias es sustancial y de gran ayuda. Para calcularlo solo hay que usar un programa llamado empatía. Y si tan malos salen los diésel ¿porque siguen dominando el parque automovilístico? ¿O no será que la media de averías en los diésel es superior porque el porcentaje de unidades es tres veces mayor?
¿Cuantas veces hemos visto grandes coches con generosas motorizaciones de gasolina que solo salen del garaje los fines de semana a pesar incluso de estar en manos de un sueldo pudiente? ¿O es que acaso la apariencia y ostentación prevalecen ante nuestra economía y bienestar? Muy lejos de terminar con la contaminación medioambiental exterminando el diésel, durante el comienzo de siglo se encargaron de meternos los TDI hasta en el almuerzo, promoviéndolo incluso en plataformas de competición como fue el caso de los Seat León TDI (campeones por cierto) en las categorías WTCC o los Audi R10 TDI de las diferentes series de Le Mans. Fue así cuando llegó la época dorada de los FR y los TDI, donde incluso se anteponían a los equivalentes de gasolina con alegaciones como “los diésel ya no son como antes, ahora están muy evolucionados y son pepinos” ¿Que fue de eso?
La moraleja es que nos manejan como quieren y cedemos, mejor dicho, ceden. Si finalmente se consagrase la utopía de la desaparición del diésel y comenzase una nueva maniobra plagada de tramas con el fin de hundir la gasolina, estoy seguro de que los foros y artículos se llenarían de odio hacia los 911, los F1 y los 458 Italia.
“La gasolina está acabada, eso es para cavernicolas” “Tesla manda“