Hoy en día una gran mayoría de los vehículos diésel se alimentan mediante el sistema de conducto común. Este famoso sistema electrónico de inyección directa, fue parcialmente desarrollado y testado en distintas zonas de Europa, hasta que finalmente el Grupo Fiat decidió perfeccionar la tecnología y posteriormente vender la patente para paliar su delicada situación financiera. El sistema terminó en manos de Bosch, quien comenzó a extender su utilización a los vehículos de producción. Sería el Alfa Romeo 156 JTD, con su motor de 2,4 litros, el pionero en esta tecnología, seguido del interminable Mercedes-Benz C 220 CDI.