Si hay una firma que se vio especialmente afectada con la abolición del Grupo B, esa fue Peugeot. Quizás por despecho, o simplemente por la inspiración de nuevas perspectivas, la construcción de un nuevo proyecto con especificaciones Grupo A no entró en los planes galos. Sí en cambio pareció seducir la idea de posicionar una unidad sobre la parrilla de La Sarthe. Le Mans había sido desde tiempos inmemorables, el evento por excelencia del motorsport y además, los del león corrían en casa. Era Jean Todt el entonces capitán del galeón Peugeot Sport, quien oportunamente se encontró un cambio de regulaciones en el Grupo C que se adaptaba a la perfección a las nuevas expectativas del equipo.
Tras la abolición del Grupo B, las unidades construidas se destinaron a eventos como los Rallycross o el París-Dakar.
En aquella estación, Peugeot solo necesitaba trazar el diseño adecuado para alojar la nueva mecánica de 10 cilindros en V desarrollada estrictamente para la ocasión. Al núcleo del proyecto se le denominó como SA35-A1. Al portador del susodicho se le conocería como Peugeot 905. Los diez soldados galos se erigían sobre una uve de 80 grados. Una arquitectura cuanto menos inusual. Tanto que de hecho, fue de los primeros bloques V10 que aparecieron en los anales del automovilísmo. Así pues, esta fue una resolución que a la postre estableció una tendencia en la categoría reina de los Fórmula 1. La nueva estructura seguía el patrón de las cuatro válvulas por cilindro, así como las culatas con doble árbol para acoplarse a una transmisión de 6 velocidades.
Su ácrono diseño, obra de Dassault Aerospace, mantiene la mística natural de Peugeot. Mostraba unos rasgos explicitamente definidos que, sin necesidad de lucir ningún logotipo o anglicismo en sus curvas, prontamente se hubiera podido vaticinar que se trataba de un producto Peugeot.
Peugeot/Talbot Sport. El misil tierra-tierra galo, concebido en las instalaciones de Vélizy-Villacoublay, aún conservaba los logotipos de la división.
Magny Cours fue el escenario del debut, y a la postre, una única unidad se fue turnando a manos de los pilotos Jean-Pierre Jabouille y Keke Rosberg durante las últimas rondas del Campeonato Mundial de Vehículos Deportivos. El nuevo arma de Peugeot no pudo superar a los Grupo C cuya construcción aún se ceñía a los vestigios de la categoría, en cambio, sí se vio rebasando a las unidades propulsadas por las mecánicas Cosworth que comulgaban con sus mismos dictados. Las nuevas regulaciones para motores de hasta 3.5 litros.
La llegada de la temporada 1991 parecía traer consigo nuevos desarrollos para el adalid de Peugeot, si bien la puesta en escena de rivales como el Jaguar XJR-12 de TWR no hubieran frustrado sus intenciones a base de una rapidez insuperable.
El equipo se había anotado una fortuita victoria en la cita de Suzuka con Mauro Baldi y Philippe Alliot como capitanes de la nave, pero a partir del encuentro en Monza, la fiabilidad del proyecto comenzaba a tambalearse. Entonces apenas había podido completar 22 vueltas antes de que la bomba de combustible dejara de hacer su cometido. Irónicamente en Le Mans, el evento por excelencia, la actuación del 905 fue sin lugar a dudas la más desastrosa, teniendo en cuenta que en la clasificación, ambas unidades lograron liderar los cronos para salir desde la cabeza de parrilla. A la hora de la verdad, la unidad apenas pudo completar 68 vueltas de un evento que se prolongó hasta la 362.
Con la evolución cocinada a lo largo de 1991, equipada con el V10 ahora denominado como SA35-A2 y cuya potencia incrementaba en 20 cv, la firma francesa pudo hacer daño de verdad. El Peugeot/Talbot Sport pudo terminar segundo en la clasificación general, solo por detrás de los rapidísimos Jaguar pero por delante de los idílicos Sauber Mercedes. Una evolución que sin lugar a dudas, merece un punto y aparte.