En 1994 la gran actuación del Ferrari 348 GT Competizione en la Italian GT Championship, le facilitó un respaldo del Ferrari Club Italia para embarcarse en una evolución directamente enfocada a la conquista de la Sarthe. Esa era la principal razón que promovía el nacimiento del nuevo progenie italiano, la reputada cita de Le Mans, y ya de paso, participar en algunas rondas de la nueva serie BPR celebrada en los distintos circuitos europeos, sería un buen aliciente para el rodaje de aquella nueva maquinaría. Cabe decir que las BPR, más que representar una novedad como campeonato, eran una especie de renacimiento de las carreras GT. El encargado de aportar a todo esto un desarrollo complementario sería Michelloto, quien entonces no estaba en nómina y sus trabajos se encarnaban al margen del comando Ferrari. Llegaba la hora del Ferrari 348 GTC-LM.
Solo dos unidades se desarrollaron para competir de forma oficial, todas las demás fueron a manos de equipos privados.
La primera unidad cifrada como 98997, llegó siendo un producto completamente italiano dispuesto para los pilotos Oscar Larrauri y Fabio Mancini, los cuales terminaron abandonando la edición por problemas con la bomba de gasolina tras dedicarse a exprimir su Ferrari en los libres. La segunda unidad con número 97553, se rodearía de un eventual tridente español que, aunque no se hizo precisamente con unas marcas descollantes, sí que delimitó ciertas franjas en la trayectoria de Ferrari en lo que a las 24 Horas de Le Mans se refiere. Alfonso de Orleans, Tomas Saldaña y Andrés Vilariño coincidían como trío español para manejar una sola montura de altos vuelos. Curiosa sincronía que, para nada era un suceso inédito en la Sarthe. Si bien en 1972 otro trío nacional compuesto por Juan Fernández, Eugenio Baturone y Francisco Torredemer, coincidió a bordo de un Porsche 908/3 con el número 5, estos tres del Ferrari sí señalarían la fecha siendo los primeros españoles que lograban terminar el gran evento.
El traje de Repsol le sienta como un guante, a decir verdad, como a todos los coches de competición que han lucido los colores de la multinacional española, por cierto, bastante activa en cuanto al respaldo de las carreras. Y mira que es difícil aventajar a la belleza de un Ferrari en su máxima expresión, la de su Rosso Corsa o incluso Fiorano, tal y como el espíritu de Il Commendatore los trae al mundo, pero esta versión de competición es sin duda una pieza predilecta de museo. A la cabeza del proyecto estaría Juan Quintano, quien gestionaba la distribución de Ferrari en España y quien encontró el comodín ideal en Carlos de Miguel, coleccionista español especializado y acérrimo de la casa italiana.
El trío de pilotos español conseguía romper la racha italiana. El 348 GTC-LM era el primer Ferrari que completaba la carrera desde 1982.
Largos meses de trabajo fueron invertidos en el adoctrinamiento del nuevo Cavallino. Y que menos, conociendo la dureza de la cita francesa. Así es como la experiencia y el producto fueron aportados por los italianos, mientras que los pilotos y los presupuestos corrían a cargo de los españoles. El bastidor original fue extirpado en aras de un trasplante familiar. El del excelentísimo Ferrari F40 LM. Ni que decir cabe la estricta dieta a la que se le sometió, destacando las llantas Speedline de magnesio —calzadas con neumáticos más anchos— y la sustitución de sus faros escamoteables por unas ópticas fijas tradicionales.
Sin ser un motor excesivamente rápido ni explosivo, las mejoras potenciales surtieron efecto. También lo hicieron los nuevos aditamentos aerodinámicos. Los 430 cv a 9.000 rpm gestionados con el cambio en H, eran suficiente metralla para afrontar a los Viper, a los NSX y a duras penas a unos 911 más rápidos y capacitados. El equilibrio conjunto fue la mejor baza de resistencia en últimas horas, donde ya sin embrague y con la energía de los pilotos bajo mínimos se vislumbraba el horizonte final. Con todo, y sumando alguna que otra salida de pista, el Ferrari ‘español’ conseguía un cuarto puesto en su categoría y el once en la general, rompiendo simultáneamente una cíclica racha de abandonos italianos que había durado más de una década.
Fuente: retroracecars