El último de los M tiene los días contados. La división deportiva de BMW se haya en vías de extinción, al menos aquella que un día se comercializó bajo los estándares deportivamente analógicos que tanto cautivaron al conductor auténtico. El BMW M2 quizás nació tarde, en tiempos inciertos de rauda tecnología y modas inexplicablemente apabullantes. Sin embargo, logró posicionarse en el mercado como uno de los M más queridos de todos los tiempos, adornado por unas condiciones absolutas que le amparan.
El brutal F87 que encabeza estas líneas supone el cierre de un hito, la despedida, el M2 por antonomasia, nacido de la nostálgica ambición de la empresa Lightweight. Esta maravilla comenzó a conjugarse allá por el año 2016, cuando la empresa alemana decidió sustituir su tradicional propulsor N55, en aras del S55 de 3.0 litros, destinado originalmente a los BMW M3 y M4 de su misma generación. Y fue precisamente Lightweight quien inicialmente explotó esta idea, antes de que la propia BMW la ejecutase oficialmente a su modo en el BMW M2 Competition.
Además del propulsor, el performance abarcó el propio sistema de inyección de agua utilizado en la versión M4 GTS. Este era uno de los principales agentes que en aquel entonces, elevó notablemente el potencial del coupé alemán. Extrapolado al M2 Lightweght, el conjunto declaró 598 cv y 737 Nm, para un recogido coupé que apenas superaba los 1.300 Kg.
Llegados a este punto, también es conveniente recordar que el bloque S55, estaba definido por notables diferencias con respecto al N55, originario del BMW M2 “tradicional“. Partiendo de un cigüeñal de acero forjado, que era más ligero y resistente, continuaban los pistones forjados Mahle, con su patente revestimiento antifricción Grafal. La culata de aluminio fue reeditada, y los turbocompresores Mitsubishi TF035, incorporaban unas válvulas de descarga eléctricas, en lugar de las neumáticas equivalentes en el N55. Por otro lado, el S55 estaba armado con dos bombas de combustible de alta presión; una principal, que suministraba gasolina de forma permanente, y una supletoria, que únicamente comenzaba a funcionar a partir de las 3.000 rpm.
Todas las modificaciones realizadas en el vehículo han sido registradas mediante los certificados TÜV.
Este proyecto, dirigido por Marc Müller, gerente de Lightweight, en su día fue titulado como CSR, un acrónimo que refiere a Carbon Sport Race. A lo largo del proyecto, el esquema completo del deportivo alemán fue reeditado, optimizando numerosos segmentos técnicos del mismo, que servirían para trazar ediciones ulteriores como el M2 Competition. Ahora, en las nuevas instalaciones de Lightweigth, se ha ensamblado el último de los BMW M2, y ha sido renombrado como Final Edition, esta vez tomando el ADN propio de la versión Competition. Para conmemorar su cese, el coche arroja nada menos que la escalofriante cifra de 740 cv y 880 Nm. Por ende, el hardware del motor ha sufrido notables modificaciones, incorpora una downpipe HJS 2×200 Zeller, y un nuevo sistema de escape facturado por la propia Lightweight.
Su bastidor esta protagonizado por una suspensión Eibach Pro Street Multi, que permite configurar todas las funciones de la misma, en un perfecto equilibrio entre vehículo de calle y competición. Las llantas Titan 7 de 19 pulgadas son forjadas, y revisten el equipo de frenos propio de M Performance, debidamente actualizado por la empresa, tanto a nivel de refrigeración como de resistencia.
La estricta dieta del coche se inició en torno a algunas de las partes de su carrocería, fabricadas en fibra de carbono. Tanto el paragolpes frontal de tres piezas, como el paragolpes trasero BMW CS, en consonancia con el difusor, contribuyen, no solo al aspecto amenazador de éste, el último de los M, si no también a su ligereza, reduciendo su peso hasta en 200 Kg con respecto a un BMW M2 de stock. Del mismo modo, sobre el techo y los guardabarros se ha aplicado la tan estimada fibra de carbono, y el capó frontal, al más puro estilo GTS, se muestra con la propia apariencia que le otorga el susodicho componente estrella. No hay que desmerecer el apartado interior, donde se derrama la Alcantara, el carbono y una delicada magnificencia por doquier. Pero en estos tiempos, donde predominan unas corrientes mediáticas tan invariables, donde a diario se escriben ríos de tinta en torno a los mismos conceptos, es cuanto menos improductivo el seguir repitiéndose, ¿verdad? Lo importante, es lo importante.