Por Héctor Shavershian.
Cuando Lancia lanzó el Thema en 1984, pretendía devolver el impulso a su aletargada fama. Tras una situación complicada en la que su calidad se vio sometida a un juicio permanente durante la década de los 70, los italianos querían terminar con su fama de problemáticos. El Lancia Thema eclosionaba de la misma plataforma que el Alfa Romeo 164, el Saab 9000 y el Fiat Croma. Fue un coche que no contribuyó a la culminación de la marca, ni siquiera alcanzó las expectativas fijadas. Pero lo que sí consiguió es llamar la atención del mundo entero con una versión apellidada 8.32. Una versión que albergaba una tecnología muy especial.
En aquel entonces algunos lo llamaban el Ferrari de cuatro puertas. Aunque su carrocería sedan estuviese sellada con el escudo de Lancia, en su interior albergaba un importante propulsor de Maranello. Si a eso le sumamos un interior rematado con los mejores materiales y todos los extras posibles de la época, puedo asegurar que entre este Lancia y un Ferrari no había tanta diferencia. Tras nacer de un proyecto conjunto con Alfa Romeo, Fiat, Lancia y Saab, la plataforma Tipo 4 sería la encargada de dar vida a los tres italianos y el sueco. A excepción del Alfa 164, las otras tres berlinas, el Thema, el Croma y el Saab 9000, nacieron en las oficinas de ItalDesing y de todos ellos, el Thema fue el único que no incorporaba una carrocería de 5 puertas. Pretendía mantener las aspiraciones de berlina de representación.
El Lancia Thema era una berlina de representación que contenía todos los extras imaginables y un motor Ferrari bajo su capó.
Eran momentos en los que Lancia necesitaba sazonar sus compuestos con prestigio, y que mejor forma de hacerlo que recurriendo al mejor género de su matriz, el Grupo Fiat. En principio podía parecer una idea un tanto descabellada, pero que queréis que os diga.. Hoy en día, la idea de poseer una clásica berlina de Lancia con un motor Ferrari es el fetiche de todo amante del motor clásico.
El Thema 8.32 tenía el honor de heredar el V8 de 2,9 litros de los Ferrari 308 y Mondial Quattrovalvole. Eso sí, debido a su condición más civilizada de berlina, se suprimió el cigüeñal original con muñequillas de 180º. Además, los ingenieros ya habían desechado la idea de convertir el 8.32 a propulsión o a tracción integral tras el incremento que supondría en los costes de producción, por lo que sabían que la potencia del motor debía transmitirse al tren delantero. A pesar de las modificaciones, el V8 que portaba el Lancia ofrecía unos bajos más enérgicos. Con una potencia final de 215 cv a 6.750 rpm, lograba un 0 a 100 Km/h en solo 6,8 segundos.
Ducati era quien se encargaba del montaje de los motores V8 para el Lancia Thema 8.32 y aunque Ferrari no permitió que su nombre apareciese reflejado en el exterior de la carrocería , si que lo haría en la tapa del propulsor.
Un rotundo ‘Lancia By Ferrari’ deslumbraba nada más abrir el capó. Era el impulso perfecto para la versión 8.32 y para que la marca terminase con todos sus fantasmas de los 70. Parecía que los planes de Lancia iban viento en popa, y es que durante aquel periodo de tiempo solamente el BMW M5 e34 era capaz de hacer frente a las prestaciones de esta berlina con motor Ferrari. Se había coronado como el tracción delantera más potente de su época.
Algunos expertos afirmaban que el Thema estaba en el límite de potencia que se podía transmitir al suelo, solo mediante el eje delantero. Llegaba el año 88 y con el, una interesante actualización del sedan italiano. Si el 8.32 ya rebosaba de extras, con la nueva actualización aparecería una nueva suspensión pilotada y unos cristales cortesía de Soletra, que reducían el calor que se filtraba al habitáculo. Su frontal adoptaba unas ópticas más afiladas, unificadas a unos intermitentes que se posicionaban en la parte inferior. Como ya es habitual cuando hablamos de coches potentes de esta época, la obligación del uso de catalizador le robo al Thema 10 cv. Aunque parezca una cifra irrisoria, las prestaciones del Lancia se vieron afectadas.
Las unidades sin catalizar presumían de un sonido con mucho más carácter y a partir de las 4.500 vueltas su motor V8 parecía enloquecer.
Su interior era un auténtico espectáculo. Contaba con climatizador automático, asientos eléctricos regulables, elevalunas en las cuatro puertas, espejos eléctricos plegables mediante pulsador y unas cantidades industriales de cuero y madera de nogal. ¡Los reposacabezas traseros también eran eléctricos y se alzaban automáticamente al abrir las puertas traseras! Y atentos.. Inicialmente, su alerón trasero se desplegaba automáticamente a partir de 120 Km/h, en las versiones posteriores pasó a accionarse de forma manual mediante un mando ubicado tras el volante.
Volante, salpicadero, palanca de cambios.. Un cuero de la mejor calidad firmado por Poltrona Frau invadía todo el interior. Hay que tener en cuenta que para superar los 7 millones de las antiguas pesetas, la calidad general de este vehículo debía de estar en la cúspide. Recordar que estamos hablando del año 1988 y que sin contar al 8.32, la segunda versión más cara del Thema era la equipada con el motor V6 PRV del Grupo PSA, con sus 3.900.000 pesetas. Una cifra que ya asustaba.
En su carrocería, completamente galvanizada, se podía distinguir el logo 8.32 derivado en una claro formato Ferrari. Con la misma técnica con la que bautizaban a sus modelos en Maranello, el 8 hacía referencia al número de cilindros y el 32 al número de válvulas.
Cada céntimo estaba justificado a través de su solidez. Un conjunto con una perfecta insonorización, donde los crujidos y los ruidos de rodadura solo eran una leyenda. La calidad se palpaba hasta en el cierre de cada una de sus puertas. Todos sus sistemas eléctricos funcionaban a la perfección. Ni un problema común conocido hasta la fecha. Haciéndonos retroceder 3 décadas, su tablero de instrumentación y su consola central, repleta de relojes, luces y gráficas características de los 80, ofrecía toda la información que su conductor podría desear.
Muchos lo consideraréis una rareza o un coche muy poco común. De hecho, a España llegaron menos de cincuenta unidades, debido a la escasa demanda que sufriría un modelo de este nivel con las limitaciones economías de entonces. Su V8 ofrecía unos bajos soberbios, en los que desde las 1.500 vueltas empujaba sin tregua. Y la verdad es que no iba escaso de par. El equilibrio entre insonorización y el paso del sonido del motor al interior del habitáculo era perfecto. Un sonido redondo, metálico. Un sonido de motor gordo.
Dicen las malas lenguas que el despliegue automático del alerón trasero a partir de 120 Km/h servía como soplo a la policía, provocando gran cantidad de multas. De ahí que pasase a accionarse de forma manual.
Por desgracia no solo nos encontramos ante un modelo prácticamente extinto, si no que estamos ante el ocaso de una marca que nos hizo soñar durante años. Y de que manera.. Ya sabéis lo que se dice. Hoy estás arriba y mañana.. Caprichos del mercado. Muchísimas gracias, y hasta siempre Lancia.