En el backstage del célebre palco ceremonial del circuito australiano Mount panorama, el piloto Mark Skaife se dirige al encargado que se encuentra detrás de la barra, instándole a que le preste unas cuantas latas de cerveza Tooheys Draught. Sin ser conocedor de las intenciones del piloto, el operario accede a su petición y Skaife se introduce las latas en los bolsillos de su chaqueta. Jim Richards, quien había sido el compañero de Skaife en aquella carrera celebrada aquel 4 de octubre de 1992, presencia la escena y raudo advierte a su compañero: –¿Qué estás haciendo? Skaife no titubea: –Voy a arrojar algunas latas ahí atrás.
Aunque finalmente Jim Richards evitó que su compañero cometiera una estupidez, aquel Bathurst 1000 fue sin lugar a dudas el más polémico de las 33 ediciones que se habían celebrado hasta entonces. Irónicamente, escasos minutos después sería Richards quien destaparía la caja de los truenos.
Los 1000 km de Bathurst 1992 estuvieron plagados de polémica, y por qué no decirlo, de una gran dosis de drama. Esta carrera supuso el fin de la era del Grupo A, el cual daba el relevo a un nuevo reglamento que, una vez depurado, desembocaría en lo que hoy día conocemos como V8 Supercars. Del mismo modo, tampoco se volverían a aceptar en la parrilla a los vehículos que fuesen dotados de sobrealimentación. Aquel año, el propio Campeonato Australiano de Turismos había sido dominado por los Nissan Skyline GT-R R32 de Mark Skaife y Jim Richards. Los dos pilotos ocuparon el primer y el segundo puesto de la tabla respectivamente, pilotando dos chasis gestionados por el equipo Gibson Motorsport. Durante el evento de Bathurst la escena se repetía, adornada por algunos tintes de batalla que buenamente procuró el gran Dick Johnson y su infatigable compañero John Bowe, que entonces pilotaban un chasis Ford Sierra RS500. Johnson había forjado su propio equipo de carreras en 1980, en plena era del Grupo C 1, y en los años 90, ya se había convertido en el equipo de carreras australiano más antiguo que había existido hasta entonces.
1 . Esta referencia al Grupo C no está vinculada con los prototipos nacidos en 1982, si no con la categoría por la que se regían los turismos de carreras australianos desde mediados de los años 60 hasta mediados de los 80.
Cuando se habla de esta carrera, a menudo se omite la trágica muerte en la misma del campeón de Fórmula 1 Denny Hulme.
Una vez en carrera, y como es habitual en la montaña, varias trombas de agua empezaron a condicionar los 1000 kilómetros. El Nissan Skyline de Gibson Motorsport, con sus inherentes pilotos Mark Skaife y Jim Richards, también se había proclamado campeón de la anterior edición, en 1991. Un año después para la cita que nos ocupa, el coche había sido lastrado con 140 kg de peso extra y una brida de admisión que, teóricamente, limitaba la potencia del coche a 450 cv. ¿Los motivos de estas decisiones? La tracción integral y la sobrealimentación, dos factores de vital importancia que precisamente serían en principal foco de la posterior polémica.
Dick Johnson había marcado la pole con un excelente tiempo de 2 minutos y 12 segundos, y sería la última que se anotaría en el circuito de Mount Panorama en toda su carrera. Otros habituales como Tony Longhurst hicieron acopio de nuevos recursos, estrenando el BMW M3 E30 Sport Evo dotado del motor de 2.5 litros. Glenn Seton se clasificó en cuarta posición con su nuevo Ford EB Falcon de especificaciones Grupo 3A. El prodigio Larry Perkins lograba el segundo puesto a pesar de seguir utilizando el viejo Holden VL Commodore, el cual fue puesto en tela de juicio tras patentizar tan excelente rendimiento. Mark Skaife por el contrario, partía del tercer puesto de la parrilla tras clasificar dos segundos por detrás de Johnson. Por otro lado, la leyenda Peter Brock tuvo una de sus peores intervenciones en el evento. Para sorpresa de todos, al caer la bandera a cuadros que cantaba la salida, su Mobil 1 Racing Holden VP Commodore permanecía clavado en su sitio, sin moverse. El árbol de transmisión se había roto, ¡en plena parrilla de salida!
El suceso más fatídico de esta carrera, y que a menudo se pasa por alto, es la muerte del campeón de Fórmula 1 Danny Hulme. Durante la vuelta 33 el campeón avisaba por radio de que tenía escasa visibilidad debido a las fuertes lluvias. El BMW M3 E30 de Benson & Hedges Racing pilotado por Hulme, reducía la velocidad en la curva de Forrest y se detenía campo a través, ya entrado en la recta de Conrod. La posterior falta de actividad por parte de Danny Hulme provocó la salida del coche de seguridad y de los equipos médicos, que sacaron al piloto del vehículo para atenderlo y tan solo una hora después, certificaron su muerte por causa de un ataque cardíaco.
En la segunda hora de carrera, aproximadamente en la vuelta número 60, la pista era el equivalente de una piscina. Como era de esperar, comenzaron a surgir algunos accidentes y la bandera amarilla junto con el coche de seguridad, parecían empezar a formar una permanente de la carrera. Mark Skaife y Jim Richards habían liderado el evento cuando la tercera hora de carrera pareció ofrecer una tregua con algunos exiguos rayos de sol. La calma duro escaso tiempo y una segunda tromba de agua comenzó a condicionar aún más la carrera.
Cuando el evento transcurría en la vuelta 145 llegó la polémica. Jim Richards sufre un impacto que deja fuera de servicio su rueda delantera izquierda, con daños graves en varios elementos de la suspensión. En ese momento, en la recta de Conrod se encuentran varios vehículos accidentados, hasta tres cuando Jim Richards toma la salida de Forrest y su Skyline comienza a deslizarse sobre el asfalto encharcado como si de hielo se tratase. A pesar de que circulaba a escasa velocidad, Richards no consigue dominar el vehículo, que además, disponía de una sola rueda delantera practicable para ejecutar la dirección. Finalmente termina estrellándose contra el muro derecho, el Nissan sale despedido hacia adelante y sufre un segundo impacto contra uno de los tres coches accidentados, los cuales, invadían parte de la pista. Escasos segundos después, un quinto coche se une a la fiesta. Realmente éstos no habían sido accidentes demasiado aparatosos, si bien la lluvia era tan intensa que los vehículos apenas circulaban a 90 Km/h, pero sí eran lo suficientemente considerables como para que los coches involucrados quedaran fuera de servicio.
Con Jim Richards fuera de juego, Dick Johnson que ocupaba la segunda posición toma la delantera tras rebasar el pelotón accidentado en el que estaba involucrado el Skyline. Rápidamente, el coche de seguridad vuelve a salir a pista antes de que los líderes crucen la línea de meta. Posteriormente, la dirección decide sacar la bandera roja. Debido a la gran cantidad de agua que estaba cayendo, la pista era totalmente impracticable. Ya que la bandera se mostró en la vuelta 145, en este punto, el reglamento declaraba que, la carrera debía cerrarse en referencia a la última vuelta completada, es decir, la 144. Eso dejaba a Mark Skaife y a Jim Richards como ganadores del evento, a pesar de haber sufrido un accidente y de haber sido rebasados posteriormente por el Ford Sierra de Dick Johnson. La polémica no tardó en apoderarse del público.
Tras finalizar la carrera, es costumbre que el púbico de Bathurst salga corriendo en bandada de las gradas y otras zonas comunes, atravesando la pista para llegar hasta el “balcón” donde se celebra la entrega de premios.
El público aguardaba manifiestamente inconforme con el resultado. Cánticos ludibrios hacían alusión a los declarados ganadores y oleadas de abucheos empapaban el ambiente. La costumbre en las ceremonias del palco de Mount Panorama, es que en primer lugar asistan los ganadores de la categoría inferior. Posteriormente hacen aparición los dos pilotos que ocupan el tercer puesto y seguidamente los segundos. Al final, hacen aparición los ganadores. Dick Johnson, que ocupaba el segundo lugar junto a su compañero John Bowe, era aclamado por el público y se deshacía en elogios. Por si fuera poco, el veterano declaraba su disconformidad con el resultado, dejando ver entre líneas que tras haber adelantado a los líderes, ellos se merecían el título. Tras la aparición de Johnson y Bowe era el turno de Skaife y Richards, bajo un público que bramaba en coros de euforia y aversión. Los abucheos previos a la salida de los ganadores motivó la escena de las cervezas protagonizada por Mark Skaife, que buenamente evitó su compañero. Una vez en el palco Skaife fue tajante: -“No puedo creerlo. Hemos dominado durante toda la carrera, por lo que esta es una vitoria merecida”. Jim Richards fue un paso más allá y protagonizó uno de los momentos más infames del motorsport australiano: -“Estoy realmente sorprendido por esta reacción. Pensé que los aficionados de las carreras australianas eran más que ésto. Es una vergüenza. Seguiré compitiendo, pero tardaré en olvidar este día. Sois una panda de imbéciles”.
La desafortunada intervención de Jim Richards supuso la hecatombe. El público enloqueció y se entregó en gritos, abucheos e insultos hacia los pilotos. Esa final marcó un antes y un después en la trayectoria profesional de Mark Skaife y sobre todo, de Jim Richards. Un año después, los dos pilotos ocuparon el segundo lugar en la montaña, pero al subir al podio el público enmudeció, predominaba el murmullo y escasa fue la adulación con apenas unos pocos gritos.
Jim Richards perdió los papeles. En su favor, minutos antes le había sido comunicada la muerte de su compañero y gran amigo Danny Hulme.
Tiempo después, Mark Skaife intentó justificarse declarando que el público australiano tendía a rechazar todo lo que no fuese Holden o Ford. “Todas las victorias que no fuesen de aquellas dos marcas eran controvertidas” Ciertamente el público estaba en todo su derecho de protesta. Los Nissan Skyline eran vehículos con tracción a las cuatro ruedas, contaban con el denominado control electrónico ATTESA E-TS y además, con un motor de doble turbocompresor. Australia estaba acostumbrada a robustos sedanes de propulsión trasera y a V8’s de aspiración natural. La balanza no fue equidistante. Por si fuera poco, más de una década después, Fred Gibson quien entonces fuera director del equipo de Skaife y Richards, declaró que aquellos chasis Skyline venían declarando realmente unos 610 cv de potencia. ¿Una victoria justa? Júzgalo tú mismo.
Imágenes vía: Desconocido.
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