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Otra historia de Le Mans (la película) Un Porsche 917K y David Piper.

written by Héctor Jáñez 15 mayo, 2021
Otra historia de Le Mans (la película) Un Porsche 917K y David Piper.

 

Le Mans 66 es un largomentraje contemporáneo que logró hacer acopio de un protuberante éxito taquillero. Y es que las carreras de coches extrapoladas al cine, son un verdadero arte con el que siempre es un gusto dar rienda suelta a nuestro disfrute personal. Dicho sea de paso, siempre y cuando nos encontremos con un director y una producción competentes. Lo cierto es que Le Mans fue trasladado al cine mucho antes de que Matt Damon encarnara al gran Carroll Shelby. En 1971 se estrenaba la película “Le Mans”, dirigida por Lee H. Katzing y protagonizada por el grandioso Steve McQueen. Este largometraje se define hoy en día en el mundo del cine como el “Le Mans” original. Para hablar de esta película, aquí, hoy, es necesario mencionar a dos valiosos engranajes que conformaron su rodaje: El Porsche 917 y el piloto británico David Piper.

A pesar de su edad, —actualmente cuenta con 90 años— David Piper es todo un gentleman driver1 ,el cual, a lo largo de su longeva carrera, dividió sus propensiones entre dos históricos, dos mitos de la competición y de las más elitistas esferas del mercado automovilístico del último siglo: David Piper estuvo gobernado por un corazón repartido entre Porsche y Ferrari. Hoy en día, Piper es básicamente conocido por su pierna ortopédica y su insólita colección de vehículos, en su mayoría fechados entre los años 60 y los 70. Su museo personal, cuenta con algunos de los coches de carreras más famosos que han conformado los anales de la competición. Un Ferrari 250 LM, un 365P o un Porsche 917, son algunos de ejemplos de la divinidad histórica que conforma el capital motorizado del británico.


1. Anglicismo que refiere a un piloto que, durante las décadas de los 50 y los 60, se costeaba su propio vehículo de carreras e incluso su propio puesto en la parrilla, según la carrera.

 

 


Los Ferrari de David Piper fueron famosos por su color verde, hoy conocido como Piper Green. Esta tonalidad, venía definida por el patrocinio de la petrolera BP. Tras finalizar su contrato con la misma, el piloto prolongó la estela del color, atribuyéndoselo como una marca personal.


 

David Piper fue un granjero que, desde lo más bajo, forjó su carrera profesional hasta elevarla a niveles apoteósicos, en especial, compitiendo en eventos de resistencia. Fue sin lugar a dudas uno de los mejores pilotos privados de la historia. Su leyenda se extiende desde finales de los años 50, donde entonces ya brotaba el preludio de su historia con Ferrari. Corría la Targa Fiorio de 1956, cuando se quedó prendado del Ferrari 375MM de Peter Collins. Pero su relación personal con los Cavallino comenzó en 1964, en torno a un 250 GTO con apenas un par de años, concrétamente el chasis número #3767. Ambos, máquina y hombre, debieron crear un vinculó excepcional, si bien Piper llegó a poseer hasta ocho unidades diferentes de aquel modelo de Ferrari.

A manos de David Piper continuaron llegando deportivos de la firma italiana, más rápidos, más hermosos y por ende, más caros. Su conexión con la firma de Maranello le llevó incluso a gozar de la confianza personal de Il Commendatore, quien llegó a concederle el deseo de construirle personalmente un chasis P4, del cual, se encargó Manicardi en conjunción con Drogo, quien completó la parte central del conjunto. En aquel entonces, encontrarse a un Enzo Ferrari tan gentil suponía algo casi insólito, tanto fue, que incluso cedió a uno de los pilotos que entonces tenía en plantilla, Didier Pironi, para que probara y diera el visto bueno al proyecto de su colega David Piper. Aquel chasis P4 fue numerado como #0900. Fue algo excepcional, más teniendo en cuenta que en su día únicamente fueron construidos tres Ferrari 330 P4.

 

 

Por otro lado, el segundo factor elemental en el rodaje de Le Mans fue por supuesto el Porsche 917, concretamente el chasis #013. Este fue uno de los primeros 25 chasis que se ensamblaron bajo reglamento Grupo 4, en 1969. Estos chasis fueron necesarios para obtener la homologación del entonces comité autónomo de la FIA, denominado CIS (Commission Sportive Internationale). La llegada de los dos comisarios, Herbert Schmitz y Dean Delamont a las instalaciones de Stuttgart-Zuffenhausen para revisar los 25 coches, desembocó en un buen puñado de anécdotas legendarias. Dicen las malas lenguas que muchos de aquellos chasis fueron provistos de motores falsos, pinzas de freno de madera y de algunas de las partes de su carrocería parcamente pegadas. En un alarde de riesgo, Ferdinand Piëch ofreció a los dos comisarios probar cualquiera de los chasis allí presentes. Piëch debió respirar tranquilo, liberándose de una gran tensión cuando éstos atendieron que no era necesaria ningún tipo de prueba.

 


Le Mans 1971 es considerada, incluso a día de hoy, como la película de carreras más realista de la historia del cine.


 

En 1970, el exótico chasis número #013 terminó convirtiéndose a kurzheck (cola corta). John Wyer Engineering gestionó algunas de estas conversiones a 917K, de las cuales, el chasis #013 obtuvo en su primera intervención oficial un cuarto puesto en las 12 Horas de Sebring de 1970. No obstante, el mismo chasis había sido utilizado un mes antes como test car para las pruebas de Daytona. Pedro Rodríguez y el piloto de Fórmula 1 Leo Kinnunen, fueron los encargados del volante alemán. Escasas semanas después, el chasis #013 fue cedido con motivo del rodaje de la película Le Mans. David Piper, además de haber cedido hasta cinco unidades Lola T70 para el rodaje, participaría activamente en el mismo pilotando el flamante Porsche 917K #013. El piloto británico ya había hecho debutar oficialmente al Porsche 917 en Nürburgring 1969, cuando estos coches aún no habían sido revisados y eran auténticos ataúdes rodantes. Es más, sería el propio Piper quien propuso algunas de las soluciones técnicas que hicieron del Porsche 917 un coche más seguro y eficiente.

 

 

Durante uno de aquellos interminables días de rodaje, Piper se vería marcado para siempre. La sesión había trascurrido teóricamente bien hasta llegada la tarde. El ritmo de algunas escenas se fue intensificando, acción motivada por la propia directiva, incluyendo a su vez a Steve McQueen. Piper rodaba de forma endiablada, atravesando las curvas de Porsche para sumergirse en el tramo de Maison Blanche. Uno de los cambios de peso del 917 fue fatídico, provocó la pérdida de una las ruedas traseras y David Piper choca con las barreras de seguridad a más de 250 Km/h. El Porsche 917 quedó reducido a una infame montaña de metal. Afortunadamente, David Piper salvó la vida, pero el accidente le había cobrado en parte un elevado precio. Había perdido un pie. El propio Piper, que en ningún momento perdió el conocimiento, aseguró verse sentado entre los amasijos del coche y apreciar sobre ellos una de sus zapatillas. Escasos segundos después se percató de que su pie seguía dentro de aquella zapatilla. Días después de ser hospitalizado, el piloto británico sufrió una infección que obligó a los médicos a intervenir la amputación del resto de su pierna hasta la altura de la rodilla. Tan solo 6 meses después del accidente, David Piper estaba compitiendo de nuevo gracias al uso de una pierna ortopédica. Se había convertido en leyenda.

Por otro lado, el Porsche 917K siniestrado fue enviado a Alemania para su tratamiento. El chasis, con daños irreparables, fue sustituido por el  número #034, de manera que el vehículo fue renombrado como 917K #013/034. Estuvo listo para competir en 1971 y al parecer, el accidente no dejó ninguna huella oscura en el espíritu del coche. Gozó de un gran éxito. Pedro Rodríguez y Jackie Oliver ganaron las 24 Horas de Daytona y los 1000 Kilómetros de Monza. Posteriormente, Oliver junto a Sr. Richard Attwood se proclamaban campeones en Austria con motivo de los 1000 Km Zeltweg. También hicieron lo propio en Spa. Finalmente, en manos de Derek Bell y Gijs van Lennep el chasis se coronó en los 1000 Km de París.

En 1973, cuando el modelo ya había quedado relegado a los almacenes de Stuttgart, mas se encontraba entre nieve, cubierto por mantas, otro conocido gentleman driver llamado Sr. Mark Finburgh se percató de una peculiar presencia durante una incursión a la fábrica alemana. Al parecer, desde Stuttgart querían venderle un flamante 908, pero Finburgh aseguró contundente que quería adquirir aquella unidad 917K que tan licenciosamente había sido abandonada en un rincón. Bajo las mantas, polvorienta y arañada pero igualmente preciosa, ésta aún mostraba un revestimiento muy característico.. Los idílicos colores de Gulf. Se trataba del famoso Porsche 917K #013/034..

 

 

 

 

 

Fuente: Retroracing.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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