Haciendo memoria, son unas cuantas las perlas japonesas que han portado el irrefutable éxito del sector automovilístico de alto rendimiento. Todos aquellos deportivos JDM de finales de los 80 y principios de los 90, se nos sugieren como el fundamento principal de la ambición que caracteriza a todo petrolhead. Los straigth-six de doble turbo, el descarado rotativo, y un buen puñado de castizos motores multiválvulas bendecidos por una calidad y un encanto sin igual, conforman una estirpe de automóviles de leyenda. Otros del mismo linaje, no tan empapados de vanagloria, se sitúan en un escalafón medio de la exclusividad comercial de aquel mercado. Pero no por ello dejan de ser coches muy especiales, exóticos en nuestro días, y podría decirse que también infravalorados, como es el caso del Mitsubishi 3000 GT, o como se le conoció en su tierra natal, Mitsubishi GTO.
Esta es una obra que derramaba años 90 por los cuatro costados. Su nacimiento trajo consigo una importante definición de las ulteriores tendencias de aquella década, así como una tecnología punta quizás demasiado evolucionada para su época. Irónicamente, esto provocó que al contrario que los poéticos Lancer Evolution, éste fuese un modelo no muy acertado en aquellos tiempos. También puede que sus autores encontraran razones suficientes como para no destinar sus servicios a la división más preponderante de toda empresa automotriz, el Motorsport. ¿Quién sabe?
En los años 90, al igual que Subaru, Mitsubishi Motors había comenzado su inmersión en los radicales programas de rally con su venerada división Ralliart. Los Galant VR-4 precedieron a los Lancer Evo, y cuando por fin estos tomaron posesión de los rocosos caminos del Acrópolis y arrancaron batalla sobre el Col de Turini, la firma de Tokio concentró todos sus medios en la disciplina. La situación posicionaba al GTO bajo unos intereses promocionales más bien sórdidos, si bien un vehículo JDM de alto rendimiento de aquel calibre, solía venderse de forma mucho más efusiva en algunas de las disciplinas populares por antonomasia, como la JTCC o la JGTC. Por contrapuesto, el controvertido PUMA GTO, vehículo envuelto en prestigio y misterio a partes iguales, gozó de una efímera carrera deportiva limitada a algunas apariciones en la Series Super N1 Taikyu.
La potencia máxima obtenida en estas unidades estaba en torno a los 400 cv.
Se construyeron dos chasis, ambos basados en la versión MR de Mitsubishi Racing, consistentes en un chasis aligerado que recortaba hasta 200 Kg en la báscula, al ser desprovisto de todos los elementos tecnológicos que equipaba el modelo SR natural o bien los VR-4 europeos. Los MR iban dotados del motor 6G72, un V6 de 24 válvulas armado con dos turbocompresores individuales para cada bancada. Los turbos eran una elaboración propia de Mitsubishi y contaban con sendos intercooler independientes. Para competir, el seis cilindros montado transversalmente, fue dispuesto por la división Ralliart, no con la misma magnitud de inversión que se vertía sobre los Lancer Evo WRC. Además, el equipo estaba sumamente atareado ganando cuatro campeonatos del mundo de rallyes consecutivos, por lo que no disponía del tiempo suficiente para GTO alguno.
A pesar de ser consagrado con algunas licencias mecánicas, se trataba de un conjunto lastrado por el peso, que además, soportaba una caja de cambios mediocre, a pesar de que en la versión MR los desarrollos se acortaron. Pero no todo fueron lastres en torno al factor peso/potencia. El reglamento de la Serie N1 Taikyu permitía una importante reducción de peso en torno a la capacidad del motor, lo que dejaba un amplio margen a un GTO que, pudiendo elevar notablemente su potencia en torno a los 380 / 400 cv, podía descender en consecuencia su peso de forma drástica a diferencia de otros competidores, que por ende, apenas se les permitía acortar sus cotas de fábrica.
El Mitsubishi GTO PUMA fue uno de los coches japoneses de carreras más misteriosos de su época. Básicamente se dio a conocer entre la multitud gracias al Gran Turismo.
La primera versión, basada en los Z16A, fue utilizada entre 1994 y 1995, apenas en escasos eventos. En 1996 hizo aparición un segundo chasis con 1.400 kg y un kit de frenos AP Mitubishi, con pinzas de seis pistones. Éste último hizo aparición en uno de los más célebres eventos de resistencia japoneses; los 1000 Km de Suzuka, donde no pudo terminar la carrera debido a problemas mecánicos.
Con el paso de los años y la paulatina invasión de las nuevas tecnologías, conocida anestesia del buen conductor, la mayoría de las series de carreras tomaron un camino decreciente. Los coches fueron permutando, los reglamentos deformados, los pilotos retirados y muchos de estos chasis terminaron en paradero desconocido. En 1997, aún reciente su intervención, uno de aquellos Mitsubishi GTO PUMA hizo una aparición estelar en la serie japonesa Best Motoring. Una review con test incluido, protagonizada por la leyenda viviente Keiichi Tsuchiya. Después de aquello, mi cuaderno de bitácora se halla en blanco.
Fuentes: Best Motoring.