Por Héctor Shavershian.
Vayamos directamente al grano. Esta pequeña bomba fuera de control se ofrecía con una batalla inferior a la de un Renault 5 y con todo ello, fue capaz de alojar en su interior un motor V6 de 3,0 litros, su transmisión y aún permitir el espacio suficiente para dos personas. Así era el MG Metro 6R4 con destino al Grupo B, un coche que sobre el papel se sintetiza de forma concisa, pero cuyo desarrollo en la práctica fue un auténtico rompecabezas.
Pongámonos en situación. El Grupo B de rallyes era un auténtica bomba de éxito y emociones en la que todas las marcas querían involucrarse. La British Leyland, a pesar de su delicada situación financiera y a punto de ser rebautizada como Rover Group, no iba a ser menos, de forma que, bajo todo pronóstico, los británicos opinaron que la solución más factible era contratar a los ingenieros de Williams para comenzar el nuevo proyecto. Durante aquel desarrollo hay dos puntos importantes que destacar: uno fue la utilización de un motor de aspiración natural que iba a contra corriente sobre la tiranía que había impuesto el turbocompresor en la competición, y el otro fue la disposición de su bloque motor, un atípico 6 cilindros en V.
Era un coche que había pasado de ser una banalidad a una bestia de rallyes casi incontrolable.
Aquel 3,0 litros alojado en posición central, se erigía a partir del V6 de 3,5 litros equipado por algunos Rover, aunque en este caso arrojando un potencial de 400 cv dirigido a las cuatro ruedas. Tal potencial en un vehículo de dimensiones tan ajustadas era toda una locura, de manera que su crecimiento a lo ancho era fundamental. Construida con fibra de vidrio y materiales plásticos reforzados, la carrocería del MG creció desmesuradamente para a posteriori ser aderezada con una aerodinámica acorde a sus exuberancias.
Como cabía esperar, el resultado fue tremendo. Un sonido muy característico personalizaba a los MG 6R4 sobre los polvorientos caminos que perfiló, y con él, la característica fiabilidad de la que la compañía hacía gala en aquella década. Algunos atribuyen su falta de éxito a la prematura extinción del Grupo B, pero lo cierto es que sobre la práctica el MG 6R4 no consiguió completar ninguno de los Rallyes del campeonato. Los motivos siempre fueron los mismos: problemas mecánicos. Con todo ello, el MG era un coche competitivo y con un desarrollo muy trabajado, que estando plenas facultades, era capaz de apretarle a los más ilustres en los tramos más sinuosos.
Coches muy complicados de dominar, de aquellos de los que no sólo se requerían unas buenas manos al volante, si no algo más.. Coches imperfectos, ruidosos y humeantes. Es por ello que unidades como está siempre se recordarán con tanta nostalgia y cariño. El MG 6R4, quizás por su breve participación y sus peculiares idiosincrasias, tiene ese algo que le hace destacar un pelo por encima del resto de Grupos B. ¿Estáis de acuerdo?
Imágenes vía: www.motor1.com