El Grupo S fue probablemente la estrella más fugaz de todo el firmamento de la competición. Fue una categoría que jamás llegó a desenjaular a unas fieras listas para asistir e interpretar sobre el escenario.
Corría el año 1986, y con el Grupo B ya condenado, Balestre anunciaba una nueva categoría, cuyo estreno estaba previsto para la temporada 88. Lo llamaron Grupo S. Tras la fuente de controversia que emanaban los Grupo B, la nueva categoría fue trazada con algunas restricciones aerodinámicas que, afectaban incluso a los neumáticos. A cambio se trabajó en un importante índice concerniente a las normas de seguridad, en el que los nuevos vehículos homologados serían sometidos a un buen número de pruebas de choque, de inflamación, etcétera. Fue entonces cuando ocurrió la desgracia. El desafortunado accidente de Henri Toivonen y Sergio Cresto en el Rally de Córcega de 1986, sentenció al Grupo B, y a su vez, el Grupo S quedó archivado para siempre. En su lugar, llegó un Grupo A mucho más sereno y por inferencia, más seguro.
Algunas marcas ya habían comenzado a trabajar en sus Grupo S. Las compañías más diligentes como Opel, concluían ágilmente sus proyectos para ponerlos sobre la pista cuanto antes. Un ejemplo era el Kadett 4S armado con un motor Zakspeed bajo el capó, Audi con su Quattro RS002, el cual levantó el mayor de los revuelos, o Lada, quien hizo importantes inversiones sobre su Samara EVA, terminando incluso la producción de las unidades exigidas para su homologación.
Llegados a este punto, el conector ideal para el desarrollo de esta cita sería el Peugeot 405 T16 Pikes Peak. ¿Quien no conoce al fiel compañero del piloto que acostumbraba a brindar con leche en sus victorias? Y no nos olvidemos del Gran Raid. Aquel que protagonizó el famoso hurto del París-Dakar en la madrugada del 18 de enero de 1989, en el estadio de fútbol de Bamako, y que a escasos minutos del comienzo de la prueba, era rescatado por la policía en un descampado. Pues ese coche; esa bestia con la que el piloto finlandés conquistó el ascenso hacia las nubes del 88; ese precioso ejemplar, descendía de algún sitio.
Jean Todt, jefe de equipo de PTS (Peugeot Talbot Sport) afirmó que la escasa distancia entre ejes del Audi S1 Pikes Peak, fue un fracaso. El incremento de la distancia entre ejes era irrevocable en la casa del león.
Por entonces en Peugeot Talbot Sport, ya habían comenzado a trabajar en una evolución del 205 T16 destinada al Grupo S. El único problema era que la reducida distancia entre ejes del propio 205, no terminaba de convencer a los ingenieros a la hora de exprimirle al coche la mayor estabilidad posible. La solución llegó con una versión del 205 que se había concebido para surcar las dunas del Dakar. Estaba dotado de un chasis reforzado, y presentaba una distancia entre ejes que aumentaba en 30 centímetros, gracias a una toma de espacios, tanto de la cuna motor, como de la parte posterior de la cabina.
La reforma no solo incrementó la distancia entre ejes, si no que posibilitó el alojamiento de un nuevo tanque de combustible de 350 litros y ahora, los niveles de estabilidad sí cumplían con las expectativas del PTS. Aunque no sin empañarse con nuevas desventuras. Las obras realizadas habían desvirtuado en demasía el aspecto del 205; ya no era el más fascinante, y además, era un coche al que la competición empezaba a acusar de cierta veteranía. Había que renovarse o morir.
Para el año 87, la marca del león ya tenía preparado en la recámara el lanzamiento de un nuevo modelo. Era el 405: un carismático sedan, fruto de la colaboración con Sergio Pininfarina. Como vehículo del segmento D, era bastante más largo que el 205, ¿y que mejor manera de catapultar sus ventas que triunfando en competición? Con alguna que otra dificultad, los expertos de PTS adaptaron al nuevo 405 un chasis revisado completamente tubular. El resultado fue tan efectivo que, una vez adaptado el grupo propulsor y la transmisión, se anunció un peso total de tan solo 880 Kg.
Con un nuevo aumento de longitud, el Grand Raid, la versión destinada al Dakar, pudo equipar unos depósitos de combustible aún más grandes.
Una vez presentado, el diseño tomó una importante relevancia en el conjunto. Mientras que el 405 exhibido en los concesionarios era un prudente sedan de casi cuatro metros y medio, sobre las pistas se deslizaba un estilizado coupé que además de atractivo, mejoraba notablemente su aerodinámica incluso al lado del 205 T16. Fueron muchos, los más abanderados del modelo, quienes reclamaron ansiosamente una tirada de homologación de este coupé para circular por las calles. Deseos que terminaron en infortunio tras el caso omiso de los franceses.
El coupé se impulsaba a través de una evolución del glorificado conjunto T16, principalmente siendo despojado de las ataduras impuestas por el ya extinto Grupo B. El bloque XU8T incrementaba su cilindrada hasta los 1.9 litros, esta vez sobrealimentado por un nuevo turbocompresor de geometría variable, y como la transmisión ya se había desarrollado previamente en el 205, parte del trabajo ya estaba zanjado.
Tras la cancelación del Grupo S, la especial insistencia de Peugeot por mantener en activo la competición, terminó en un proceso legal en el que los franceses reclamarían una indemnización. A pesar de todo, el proyecto inicialmente concebido como Grupo S, terminó por ver la luz aunque fuese en otras categorías. No cabe duda de que el 405, en todas sus formas, fue un claro ejemplo de que si las cosas se hacen bien no es necesario buscar el éxito, si no que es este quien termina por encontrarte.