¿Existe alguna disciplina de competición en la que Ford no se haya involucrado, tanto activa como pasivamente? Habría que considerar largo y tendido para arrojar luz sobre dicha interrogación. Rallyes, WEC, DTM, Fórmulas; Experiencia made in Henry Ford donde las haya. Pero por otro lado, y con permiso de los Escort Cosworth, su intervención en los campeonatos de turismos británicos, es sin lugar a dudas la etapa del fabricante que a mí más me encandila. Y el Ford Mondeo tiene la mayor parte de culpa.
A lo largo de los años 90, Ford tuvo tiempo de preparar diversos programas para el campeonato, siendo el Mondeo el epicentro de los mismos. Particularmente fue uno de los turismos más destacados, expertos sus creadores en pronunciar en especial un alto nivel de magnificencia a los bloques multiválvulas de 4 cilindros en línea que ensamblaban. Motores que en mí opinión, eran y son¹, el producto estrella del viejo continente, a falta de la siempre impracticable distribución por estos lares de sus variopintos V8. Véanse los Coyote, los Cleveland o incluso los Power Stroke alimentados por el ahora combustible maldito. En definitiva, un inalcanzable mundo maquinal con el 8 como protagonista, a ‘tan solo’ un océano de distancia. Y nosotros aquí, hasta bien entrados los 80, babeando con los Crossflow de 1.6 litros. Y tan felices oye. Pero bueno, vamos al turrón porque ninguno de los aquí citados tiene lugar en esta historia, mas será el protagonista uno de los productos menos ‘tradicionales’ de Ford: el V6.
¹Aún en escasa lejanía, recordamos la presentación del Ford Focus RS 2017 con su motor EcoBoost, manteniendo viva la llama de uno de los esquemas más polivalentes y efectivos de la historia.
En la BTCC de entonces se disfrutaba de un reglamento relativamente liberal, algo que llevó a popularizar esta clase de una manera exponencial. Los Super Touring, como entonces los llamaban, eran tratados por celebres nombres como TWR, Williams, Sodemo o ABT, y algunos pilotos de renombre comenzaron a emigrar desde disciplinas teóricamente más importantes a la organización de las islas británicas.
La llegada de los motores V6 a Ford fue cuanto menos tardía, eso sí, aparición rigurosa cuanto menos.
Apenas comenzaron los años 90, Rouse Sport ya había estado trabajando en una mula de pruebas, cuyo potencial iba dirigido al tren posterior. Abandonadas tales pretensiones, el Mondeo retomaba su tradicional condición de tracción para estrenarse en la BTCC de 1993. Aquel no era otro que el Mondeo Si, armado con el motor Duratec de 6 cilindros en V de 60 grados —siempre 24 válvulas— (no confundir con los V6 Vulcan de 3.0 litros que los Probe heredaron propiamente del Taunus)
Todo el grupo propulsor fue debidamente manejado por Cosworth, casi un miembro de la familia ya. El motor cubicaba 2.0 litros con motivo de acatar el reglamento, y los 292 cv a 8400 vueltas se transferían mediante una caja secuencial X-Trac de 6 relaciones. Llantas de 18 pulgadas, neumáticos suministrados por Michelin, un bastidor de ensueño.. Ya sabéis, los detalles más legendarios de un Super Tourer. Lo bueno es que este en particular pesaba tan solo 950 kg, que sin ser precisamente una cifra límite en un superturismo de élite, sí que lo era el trabajo realizado por Rouse, teniendo en cuenta los casi 1500 kg con los que entraba el Mondeo original al proyecto.
Los primeros años del Mondeo apenas fueron subrayados, mas no dio pie a ello. De hecho, raros son los casos que un vehículo recién puesto en pista no necesita cierto periodo de aclimatación, en cuyo caso caso perduró hasta la aparición de Prodrive. Esto fue por 1999, con el nuevo milenio a punto de descorchar. ‘Efecto 2000‘ ¿Recordáis?
Era el último lote de Ford Mondeo que iba a competir en la categoría, y todo él fue destinado a los de Bandury. No puedo evitar expresar abiertamente que Prodrive a mi parecer, es todo un fetiche dentro del mundo de los preparadores. Dicho esto, este Mondeo no es más que otra de esas maravillas de las carreras, y no por mis subjetivas afirmaciones, si no por sus resultados teóricamente inmediatos. Los ingenieros de la casa George Howard-Chappell y David Lapworth, trabajaron para diseñar y ensamblar uno de los superturismos más sofisticados del campeonato, si no el más.
Sin escatimar en gastos, se gestaron hasta cuatro unidades para la campaña de 1999. Un estreno cuanto menos satisfactorio de no ser tan efímero. El segundo puesto en Donington parecía arrojar luz sobre todas las horas de trabajo que el equipo había invertido en su tecnológico superturismo, pero la consecución de próximas victorias no pudo materializarse. No al menos esa temporada.
En 1999 Prodrive tomo las riendas del equipo para engendrar la máquina definitiva.
Los progresos de aquel Mondeo partían de tan atrás que la misma ubicación del nuevo V6 ya tenía transcendencia, y mucha. Alojado en posición central delantera, como si este tratase de acceder al interior de la cabina, se hallaba a su vez a un nivel tan bajo, que la transmisión descansaba sobre el cárter, entre las dos bancadas. En su interior ahora latía un nuevo corazón, el Duratec 25² de 2.5 litros procedente de los codiciados ST y ST200, convenientemente ajustado, esta vez algo por debajo de los 2.0 litros. La báscula conforme al resto de aquel selecto material genético, seguía declarando un peso total por debajo de los 1000 kg y la caja de cambios X-Trac, ahora instalada de forma transversal, gestionaba un total de 305 cv.
²Los motores Duratec fueron desarrollados en conjunción con Mazda, empresa que creo su propia familia de V6 a raíz del mismo. Modelos de Hiroshima como el 323F o el MX-6, desechaban los Rotary Power en aras de esta tecnología. Al final el término ‘Duratec’ terminó por convertirse en un atributo modular para todo tipo de motores producidos por la marca, como pueden ser los Cyclone, los Sigma e incluso los Zetec. Todos ellos presumen de ser denominados como Duratec, sin la necesidad de tener relación directa con el V6 Duratec original.
Era el último intento, y por tanto Ford y Prodrive habían puesto toda la carne en un asador repleto de material de primera. Era la última de las oportunidades antes de que el Mondeo colgara los neumáticos y la BTCC literalmente se fuera al traste. Para entonces, varios equipos ya habían hecho las maletas y se habían mudado de la competición, cediendo los honores en exclusiva a Honda, Vauxhall y Ford, únicas marcas que competirían aquella temporada. El fichaje de Rickard Rydell por Ford, y un incremento de presupuesto a la desesperada por parte de la compañía, invocaron la tan ambicionada victoria.
Aquel año, Ford puso sobre la mesa hasta 12 millones de libras, en un intento desesperado de alzarse con la victoria.
Menudo tridente el formado por Alain Menu, Rickard Rydell y Anthony Reid. Con esos nombres reposando en las ventanas traseras de uno de los superturismos más tecnológicos del momento, no es de extrañar que los tres primeros puestos de la tabla fueran ocupados los Mondeo. 1º, 2º, y 3º en orden de Menu, Reid y Rydell, respectivamente. Misión cumplida, con 11 conquistas de las 24 posibles, acaparando también como los datos nos sugieren, el título de fabricantes.
La nueva oleada de plagas reglamentarias alcanzó a la BTCC, fórmula que en consecuencia perdió parte de su esencia a partir del año 2000, y con ello, un importante porcentaje de sus seguidores. Visto lo visto, no es de extrañar que tanto Ford como Prodrive hicieran las maletas para nunca más regresar a aquellos escenarios.
Fuente: engagesportmode, noticias.coches.