Por Héctor Shavershian.
Normalmente cuando en nuestra mente se evocan los procesos creativos que conforman la carrocería de un vehículo, se nos aparecen modelos de arcilla a escala, junto a un grupo de ingenieros que cincela cada una de las aristas del modelo. Lo que nunca imaginamos es que cierta versión de uno de los modelos más carismáticos de las últimas tres décadas, hubiese sido esculpido por un solitario empleado de la compañía, y en un garaje particular nada menos. Así es la historia de Max Reisböck y su desconocido trabajo.
A mediados de los años 80 la Serie 3 de segunda generación, sellada como e30, había comenzado a cuajar cierto éxito en el mercado, sobre todo entre los más entusiastas del mundo del motor. Por aquel entonces, Max Reisböck era un simple empleado que trabajaba para BMW y que particularmente conducía un flamante Serie 3 sedan. En su versión sedan, el Serie 3 e30 era un coche muy polivalente, pero según que requerimientos podía sufrir ciertas limitaciones dimensionales. No fue precisamente un vehículo destacado por su amplitud y para encontrar una mejor habitabilidad, debíamos subir un escalafón y recurrir a la célebre Serie 5 e34. Por su puesto, desembolsando una diferencia de dinero.
En principio, Max Resiböck únicamente desveló su proyecto a familiares y amigos, pero el modelo llegó a ojos de la directiva bávara la cual rápidamente contactó con él.
Reisböck era un hombre familiar al que le gustaba disfrutar a menudo de unas buenas vacaciones, pero en aquel aspecto, su atractivo Serie 3 no era lo suficientemente capaz de servir holgadamente a toda su familia. La cuestión es, que este humilde empleado no tenía intenciones ni de abandonar su Serie 3, y mucho menos de hacerse con los servicios de un nuevo Serie 5, de manera que comenzó a cavilar ciertas ideas.
Con un presupuesto muy limitado, Reisböck llevó su propio Serie 3 al garaje de un amigo y comenzó a trabajar en el proyecto que su mente había dibujado. Si bien la competencia ya disponía de versiones familiares entre sus filas, en Múnich nadie había barajado la idea de una carrocería familiar para la Serie 3. Durante un periodo de seis meses Max Reisböck cortó, lijó y soldó piezas únicamente premodeladas. El pilar C del sedan se mudó hasta convertirse en el pilar D del nuevo Serie 3 wagon, y ahora el modelo gozaba no sólo de más espacio útil, si no de un portón trasero de apertura completa que garantizaba un importante hueco de carga.
El proyecto comenzó a ir de boca en boca hasta llegar a la directiva bávara, que sin dudarlo y sin apenas perturbar el diseño original de Reisböck, lo llevó a producción. Nacía el primer BMW Serie 3 Touring. Hoy en día seguimos encontrándonos la actual Serie 3 con su correspondiente versión touring, y así ha sido en todas y cada una de las anteriores generaciones desde que Reisböck arrojo un haz de luz sobre la directiva alemana.
Fuente: BMW